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viernes, marzo 29, 2024

HISTORIA HUMANA: Padre hondureño, un ángel para niños con lesión cerebral

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Cuando el amor de los padres hacia sus hijos se traduce en hechos, la vida se encarga de bendecir los resultados: esta es la historia de Javier López Vega y su esposa, el amor por su hijo que padece de una lesión cerebral los llevó a crear una fundación para cuidarlo.

Javier López Vega y Francia Sobeida Durón, son padres de Javier Arístides Durón, un joven que tiene una lesión cerebral desde hace casi 30 años.

Los esfuerzos de ambos padres por darle una vida normal a su hijo los llevó a crear una fundación para sus cuidados especiales. “Yo tengo un hijo con un daño cerebral que tiene 29 años de edad, y durante todo ese tiempo buscamos ayuda”, contó Vega.

Luego de tomar una pausa en la entrevista, Javier Vega cuenta que la búsqueda por una respuesta médica para saber qué pasaba con su hijo fue difícil.

“Queríamos saber qué pasaba con nuestro hijo. Qué había pasado, qué haríamos con él en esas condiciones”, relató Vega. La vida de Javier Arístides, durante todo este tiempo, con su discapacidad, no fue fácil, relata su padre.

«Javier estuvo dos veces a punto de morir. Tuvo crisis neurológicas fuertes, no hallábamos que hacer», comentó su padre. Sin embargo, jamás se dieron por vencidos en esta lucha, dando pie al inicio de una fundación que llevaría el nombre de su hijo.

Reza un dicho que detrás de un buen hombre siempre está a su lado una gran mujer y esta no fue la excepción. “Cuando Javier se recuperó se nos ocurrió con mi esposa iniciar una fundación (FUNJAVI) y ayudar a otros niños en iguales condiciones”, dijo Vega.

Javier Vega agregó que su esposa, Sobeida Durón, es un pilar fundamental en este proyecto. Se creó esta fundación para dar apoyo moral y de servicio hacia los niños que padecen de esta enfermedad neurológica que hasta hoy no tiene cura.

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La lesión cerebral

La lesión cerebral de Javier Duró fue calificada por muchos como negligencia médica; una historia que se repite a menudo en los hospitales que no cuentan con el personal capacitado para atender siquiera un parto.

“Mi esposa quedó embarazada, tuvo su chequeo normal. Luego al finalizar el periodo de embarazo se fue al seguro social para dar a luz”, explicó Vega. Su hijo nació con ictericia, que es un padecimiento que provoca coloración amarillenta de la piel.

“Javier nace con ictericia porque la sangre de mi esposa y la mía no eran compatibles. A Javier lo trasladaron a una maquina especial para mejorar su condición”, dijo Vega.

Esta acción pediátrica que se realizó en el centro asistencial donde Francia dio a luz, no tuvo los resultados esperados.

Negligencia médica

“Los médicos me dijeron que Javier mientras estuvo en el hospital tenía que ser sometido a un cambio de sangre por su condición y no se hizo», lamentó su padre. Las consecuencias a futuro de esa negligencia médica casi le costó la vida.

Javier Vega explicó que «la sangre de Javier estaba contaminada. A la larga, su hígado se contaminó y su cerebro también, provocándole una lesión cerebral». Esta no tiene un diagnóstico de tratamiento definido en el país, según contó.

«Esta enfermedad es tan desconocida como el planeta marte o Jupiter. Hay teorías y medicamentos que no ayudan mucho», lamentó. Javier Aristídes aún puede caminar. Con la ayuda de sus padre, es totalmente dependiente, pero un joven fuerte.

Su padre agregó que “Javier hasta los 24 años fue una persona independiente. Estuvo en la escuela bajo una educación especial y culminó la primaria».

Habilidades deportivas

La discapacidad de Javier no fue un obstáculo para que aprendiera a manejar su bicicleta. De igual forma, jugaba basketball junto a sus padres y amigos Con el tiempo las capacidades mentales y motoras debido imposibilitaron que continuara su desarrollo.

Javier Arístides, gracias a la voluntad de su padres, tuvo la oportunidad de recibir la más alta calidad de atención médica para su discapacidad. El matrimonio lamentó que no exista un centro especializado para tratar esta enfermedad neurológica.

“Los niños con una esta lesión cerebral no son tratados como deben. Lo único que hacen los doctores es remitirlos al hospital psiquiátrico», comentó Javier Vega.

La fundación

El espíritu de esta fundación se traduce en el servicio a los que más necesitan. El esfuerzo por mantener la fundación, no es fácil, pues la colaboración estatal es mínima.

“En este país no sirve ser buena gente, para hacer algo se necesitan contactos para llegar hasta las personas idóneas que pueden apoyar la causa”, lamentó Vega.

Un camino lleno de obstáculos para Javier y su esposa no evitaron que su sueño de ver la fundación crecer se hiciera realidad. «Hay instituciones y amigos de buen corazón que nos colaboran, que apoyan la fundación”, confesó Vega.

La solidaridad de los hondureños para la fundación se puede traducir en donación de medicamentos que tiene un costo alto en el mercado. De igual forma, pañales y víveres para estos pequeños.

Javier Vega, apela al corazón y la solidaridad del gobierno para que instituciones como la la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI) pueda donar un espacio físico para la fundación.

“El contrato de arrendamiento de la casa donde se ubica la oficina de la fundación está hasta diciembre», dijo. Las oficinas están ubicadas en la calle principal de la colonia El Prado; justamente frente a la entrada de los puentes de SOPTRAVI.

Atención de la fundación

La fundación atiende unos 30 niños especiales con lesión cerebral y 200 más con problemas de aprendizaje. Antes de finalizar la entrevista en un céntrico café en la periferia de Tegucigalpa, le preguntamos qué representa su hijo Javier Arístides en su vida.

Su respuesta fue corta pero llena de mucho sentimiento. «Mi hijo es el amor de mi vida… así de fácil», concluyó López Vega.

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