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jueves, abril 18, 2024

Historia cruel: Profesora perdió su marido, casa y trabajo

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Esta es una historia cruel, de una maldad incomprensible y que todos desearían que jamás volviera a repetirse. El juez que llevó el caso dijo que era lo más extraño e insólito en lo que le había tocado trabajar. Una mujer quedó totalmente destrozada, sin su marido, sin empleo, sin casa. La otra quedó en prisión, alejada del mundo, satisfecha con su obra que fue un espiral de locura y dolor sin límites.

Elisa Bianco tiene 22 años, ella fue alumna de la profesora Sally Retallack, quien ahora está cumpliendo 50. La relación entre las dos se hizo cercana por las manipulaciones de la estudiante. Bianco le decía, cuando era alumna de St Austell College, que sus padres eran alcohólicos y que abusaban de ella. Por esa razón, Retallack se vio obligada a ayudarla. Elisa se trasladó a la casa de la maestra y desde ese momento todo empeoró drásticamente.

Sin razón aparente, la joven tomó la decisión de destruir el matrimonio de Sally con su marido Ralph. Lo que finalmente logró gracias a mentiras y juegos mentales que hicieron insoportable la relación de pareja. Ese fue sólo su primer acto maligno, Bianco tenía pensado un plan mucho más terrible. La profesora logró pagarle con mucho esfuerzo una habitación universitaria, a la que Bianco asistió pero sólo 3 semanas. El motivo de su regreso fue que había orinado sangre y que sus arterias habían colapsado.

Retallack la acogió en su hogar, la cuidó e incluso la dejó dormir con ella para estar atenta a sus necesidades. Gracias a sus artimañas, la joven pudo hacerle creer a la mujer que había pasado por una complicada cirugía al riñón (la cual terminó con la pérdida del órgano). Ella le dijo que tenía un cáncer maligno que crecía con mucha rapidez, agregó que sólo le quedaban 3 meses de vida. Bianco fingía visitas constantes donde un médico llamado John, un hombre viudo de mediana edad. Este personaje era inventado. Lo que la chica haría luego es terriblemente escalofriante.

Elisa incentivó a Sally a mantener una relación por internet con su supuesto doctor. En los videos aparecía la misma joven vestida como hombre y fingiendo una voz ronca. La amistad floreció entre ambos, el correo se volvió íntimo y la maestra entró en una etapa de enamoramiento. Bianco tenía que controlar muchas mentiras a la vez: cada mañana iba al hospital a sentarse en pijamas en el café, afeitaba su cabello para hacer creer que estaba en tratamiento y, además, coordinaba los nuevos movimientos del médico ficticio llamado John.

Cuando ella quiso reunirse con este médico, él dio la excusa de que tenía cáncer de pulmón y que moriría dentro de poco. Retallack, sorprendida por esto, no dudó en asistir a una “fiesta de despedida del médico” junto con Bianco. Pero cuando iban en la carretera, la joven le mostró a su cuidadora un terrible mensaje de texto que le dijo que le había hecho llegar una de las enfermeras: “El corazón de John va a fallar… no crean que lo logrará…”. Al poco tiempo le mostró otro que decía: “Se ha ido”. Sally Retallack quedó destrozada al borde del camino. Elisa Bianco estaba aliviada de poder seguir con su gran mentira.

“Lo más escalofriante fue el engaño insensible y cruel de crear un consultor del hospital ficticio. Usted despiadadamente manipuló las emociones más profundas de la señora Retallack. Ninguna sentencia la compensará”.

Por necesidades y curiosidad, Sally pudo contactar al padre de Elisa, ahí él le contó “parte de la verdad”. Bianco se sentía segura con todo el escenario que había creado. Era un plan maestro: tenía los formularios del hospital, los sellos que necesitaba para validar cartas. También se preocupaba de su aspecto y tenía un dispositivo escondido en el clóset que simulaba el sonido de costillas crujiendo. Sin embargo, su mentira llegaría a una conclusión cuando la profesora quiso hacerle una visita sorpresa al centro médico.

Ahí preguntó y nadie sabía nada de la paciente. Tras bajar las escaleras se encontró con Elisa en pijama sentada en el café. Retallack, sintiéndose destrozada, le preguntó si todo era inventado. Y su respuesta fue muy simple y directa: “sí”. Finalmente el caso fue a los tribunales y se condenó a Elisa Bianco a pasar 2 años 8 meses en prisión. Sally se mudó a Francia para intentar reconstruir su vida, busca consuelo en sus hijas, pero sabe que nunca podrá superar del todo lo que le tocó vivir.

 

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