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jueves, marzo 28, 2024

Hirohata Mercury, tuneado en 1952 y que hoy vale millones

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REDACCIÓN. Si bien hoy es común personalizar los automóviles en un taller de tuning, antes esta practica era empleada por muy pocas personas.

Se puede decir que desde la década de 1930 se comenzaron a tunear” los vehículos en Estados Unidos, esto con el objetivo de que resaltaran de los demás.

Aunque esta practica no era del todo popular, el paso del tiempo permitió que surgieran más talleres y personas especializados es customizar los automóviles.

Para tener una idea de cómo era el tuning de hace algunas décadas basta detallar uno de los proyectos de los hermanos Sam y George Barris -este último famoso por la creación del Batimóvil-.

No obstante que en sus inicios los hermanos Barris personalizaron un gran número de vehículos principalmente hot rods, en 1952 crearon uno de sus autos: el Mercury 1951.

Por encargo de un cliente llamado Bob Hirohata, Sam y George Barris personalizaron el auto de una forma radical, sobre todo para la época.

Así comenzó todo

De hecho, el tuning en este Mercury logró que el vehículo se convirtiera en una obra de arte atemporal e inolvidable.

Como rey indiscutible de los autos personalizados antiguos, la historia de este automóvil es bien conocida, y ha sido documentada a través de las páginas de numerosas revistas durante los últimos 70 años.

Todo comenzó en 1952 con la entrega del vehículo en el taller de los hermanos Barris en Lynwood, California, donde Hirohata les indicó a Sam y George que «hicieran todo lo posible» en la personalización de su automóvil.

Eso es exactamente lo que hicieron, convirtiendo el automóvil en una máquina completamente nueva como ninguna otra antes en solo 97 días.

Con el trabajo de diseño de George, Sam Barris primero quitó los pilares B y luego soldó el marco superior de las puertas al techo, creando el primer rediseño de techo rígido Mercury 1949-1951.

Con cuatro pulgadas retiradas de la altura del techo en la parte delantera y siete en la parte trasera, el automóvil adquirió una apariencia muy aerodinámica, especialmente con la ventana trasera original inclinada para que coincida con los cambios en la línea del techo.

Pilar A

Un nuevo cambio del pilar A y el marco de la puerta de canal curvo dieron como resultado una nueva forma de la puerta, y un parabrisas a tope de tipo V completó los cambios de la cabina.

Luego vino la decisión de George de alargar las salpicaderas, agregando faros delanteros de Ford del año actual y luces traseras de Lincoln. Su diseño se hizo más fluido al quitar las molduras cromadas de fábrica, las manijas de las puertas y los rieles. También se rediseño la tapa de la cajuela, el cofre y la parrilla.

Para culminar el trabajo exterior, la carrocería fue pintada en un verde de dos tonos claramente diferente: verde hielo pastel en la parte superior y verde orgánico más oscuro debajo de la línea de corte; y dotada de llantas de cara blanca y tapones de rines Cadillac.

En el interior, destaca la tapicería es de color blanco y verde, las perillas de plástico personalizadas y la tapa de la guantera personalizada.

Después de salir del taller, el Hirohata Mercury Custom de 1951 hizo su debut en el Motorama organizado por Petersen, donde fue nombrado el ganador de la clase, obteniendo historias destacadas en las revistas Hot Rod, Rod & Custom, HOP UP e incluso la portada de MotorTrend.

Tras su éxito en Motorama, el auto se convirtió en el auto del diario de Hirohata. Siguió más cobertura de revistas, incluido un viaje por la ruta 66 a la Indy 500 en 1953, donde ganó una exhibición y el apodo de “Mercillac”.

Restauración y novación

Para sumar más popularidad, George Barris hizo los arreglos para que el auto apareciera en la película “Runnin ‘Wild”, con Mamie Van Doren, y también volvió a pintar el área superior en verde -Avocado Green- para mejorar el contraste de la carrocería. Así apareció cuando Hirohata lo vendió a finales de 1955.

Su siguiente dueño, Jim McNeil, lo almacenó y años después más decidió restaurarlo para dejarlo como en 1952. Fue hasta 1996 cuando el vehículo volvió a aparecer en exhibiciones tras pasar un largo tiempo guardado y reparado.

Renovado para su entrada por invitación en el Concurso de Elegancia de Pebble Beach en 2015, el auto, que conserva el motor Cadillac 331 CI OHV V-8 de 1953 con tres carburadores Stromberg y todos los trucos especiales de los hermanos Barris, ganó una serie de premios.

Poco después, el Hirohata Mercury se agregó al Registro Nacional de Vehículos Históricos y se exhibió durante una semana en el National Mall en Washington DC, y luego viajó al Museo Petersen en Los Ángeles, donde se presentó nuevamente al ansioso público de visualización.

Distinguido por su belleza eterna y su diseño, este auto está valuado en más de un millón de dólares por la casa de subastas Mecum Auctions.


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