Redacción. Sin duda alguna, el viacrucis es una de las actividades religiosas más esperadas y conmovedoras de la Semana Santa en Honduras. Cada año, miles de personas se congregan para presenciar esta representación que revive el camino de Jesús hacia su crucifixión. Entre los participantes más destacados se encuentran dos hermanos que, con su talento y compromiso, han logrado tocar el corazón de muchas personas.
Se trata de Mario Munguía y Erick Juárez, dos hermanos hondureños que desde muy jóvenes se han convertido en figuras reconocidas en estas dramatizaciones al interpretar nada menos que a Jesús y al Diablo.
Una vocación que nació en la infancia
Su historia dentro del viacrucis comenzó cuando apenas eran niños. Iniciaron como acólitos, sirviendo en la iglesia de su comunidad, y con el tiempo fueron involucrándose más profundamente en las actividades de Semana Santa. Su pasión por el teatro religioso fue creciendo, y así comenzaron a asumir roles más complejos en las representaciones del viacrucis, hasta llegar a encarnar los personajes principales: el símbolo máximo del bien y del mal.
Mario Munguía expresó que representar a Jesucristo es una experiencia profundamente significativa, aunque también muy demandante. Señaló que lo asume con un gran sentido de respeto y devoción, consciente de la importancia espiritual que tiene para quienes presencian la representación.
Por su parte, Erick Juárez, quien interpreta al Diablo en el viacrucis, comentó que aunque su personaje representa al antagonista, su enfoque es completamente actoral y con un propósito reflexivo. Señaló que su intención es ayudar a las personas a comprender la lucha entre el bien y el mal, con la esperanza de que eso las motive a acercarse más a Dios.
Más que teatro: un acto de fe y evangelización
Ambos hermanos aseguran que no se trata solo de una actuación, sino de una forma de evangelizar a través del arte y llevar el mensaje de la Pasión de Cristo a quienes presencian los cuadros vivos. El viacrucis, como es tradicional, consta de 14 estaciones que relatan el sufrimiento, la crucifixión y la muerte de Jesús, y cada escena es cuidadosamente representada con gran realismo y respeto.
Para lograrlo, los hermanos se preparan con seriedad y disciplina. Comienzan los ensayos al menos dos meses y medio antes de Semana Santa, revisan cada detalle de sus escenas, el vestuario, los diálogos y hasta la expresión corporal, buscando transmitir la emoción y el mensaje detrás de cada momento.
Una tradición que sigue viva
A pesar de que cada año se evalúa quiénes interpretarán los papeles principales, Mario y Erick mantienen la esperanza de seguir colaborando, ya sea como protagonistas o en cualquier otro rol dentro de las dramatizaciones. Para ellos, lo importante es continuar siendo parte de esta tradición que fortalece la fe y une a las comunidades.
Con historias como la de estos dos hermanos, el viacrucis hondureño no solo mantiene viva una tradición, sino que se convierte en un poderoso acto de reflexión, devoción y testimonio de fe para todos los que lo presencian.