Redacción. La Reserva Mashpi-Tayra, un santuario de biodiversidad cerca de la capital ecuatoriana, Quito, sumó un nuevo hallazgo con el Phragmotheca centinelensis, un árbol imponente que se une a las 24 especies nuevas que investigadores han identificado en este territorio en las últimas décadas.
Esta nueva especie, que puede llegar a medir hasta 50 metros y apoyarse sobre enormes raíces tablares de siete metros, también se distingue por sus llamativas flores rojas y frutos que resaltan entre la neblina del bosque.
Hasta el momento, los científicos sólo han registrado esta especie en tres lugares de Ecuador: en la Cordillera Centinela, en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas; en una finca en la zona de Cielo Verde, en Imbabura; y ahora en la Reserva Mashpi-Tayra, «por lo que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la clasifica como en peligro de extinción», indicó Mashpi Lodge en un comunicado.
Árbol
Este hallazgo es el resultado de varios años de investigación botánica que lidera el científico Juan Ernesto Guevara, de la Universidad de las Américas (UDLA), en zonas de bosque nuboso del Chocó ecuatoriano, uno de los ecosistemas más amenazados y biodiversos del país.
Documentar especies raras como esta es vital para entender y proteger la riqueza biológica de la región. Estos cumplen un rol clave en la regulación hídrica y climática, así como en la captura de carbono. Por eso, cada especie que los investigadores identifican y estudian aporta un argumento más para cuidar estos bosques, anotó.
Recordó que la desaparición de los bosques afectaría no solo a la fauna y flora, sino también a las comunidades que dependen de sus recursos. Al igual, que a todas las personas que valoran la naturaleza intacta.

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Reserva Mashpi-Tayra
La Reserva Mashpi-Tayra seguirá trabajando de la mano de biólogos, investigadores, comunidades locales y aliados estratégicos para garantizar que gigantes silenciosos como Phragmotheca centinelensis sigan en pie, sosteniendo la vida y la belleza de los bosques nubosos para el mundo entero, reza el escrito.
Esta reserva se encuentra al noroeste de Quito, en la provincia de Pichincha, dentro de la Reserva de la Biósfera del Chocó Andino.
La zona del Chocó Andino abarca una extensión de 286,000 hectáreas, que representan el 30,31 % del territorio de Pichincha, y posee una concentración de flora y fauna que incluye especies emblemáticas como el oso de anteojos, el zamarrito pechinegro, el gallo de la peña, olingos, tigrillos e infinidad de insectos, anfibios y reptiles, según el Ministerio del Ambiente.
Los servicios ecosistémicos que estos bosques brindan a ciudades como Quito, Los Bancos y Pedro Vicente Maldonado garantizan el hábitat y la vida. Estos abastecen de agua potable, riego productivo y generación de energía eléctrica.
Cada hectárea de bosque puede absorber hasta 250 toneladas de carbono, señaló el Ministerio.

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