AFP. Kristin Hale acaba de sufrir los embates del huracán Milton, el segundo en golpear Florida en dos semanas. Tuvo miedo durante la tormenta y está cansada, pero, al igual que numerosos habitantes de esta zona, no tiene ninguna intención de mudarse a otra parte.
«Uno persevera cuando vive en Florida», dice esta mujer de 42 años, mientras saca ramas caídas del restaurante que dirige en Siesta Key, una bonita isla situada entre la bahía de Sarasota y el golfo de México, en el oeste del estado.
«Cuando vives en el paraíso, este es el precio a pagar», añade. «Tenemos algunas de las mejores playas del mundo, son impresionantes, estamos bendecidos».
Pese a que Florida, en el sureste de Estados Unidos, es muy vulnerable ante catástrofes climáticas como el aumento del nivel del mar o los huracanes, nada parece frenar su atractivo.
El estado es el tercero más poblado del país y en 2023 fue el segundo que más nuevos habitantes atrajo, sólo por detrás de Texas, según datos del censo nacional.
Los desastres naturales frecuentes -Milton fue el tercer huracán en golpear Florida en dos meses tras Debby y Helene- han contribuido además a disparar los precios de los seguros de hogar. En 2023, los propietarios del estado pagaron de media 10,996 dólares por asegurar sus casas, un 421 % más que el promedio nacional, según un estudio de Insurify, una compañía del sector.
Pero nada de eso parece imponerse frente al atractivo de vivir en un lugar soleado, a proximidad del océano.
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«Un lugar especial»
«Estar cerca del agua es algo especial. Nada puede sustituir eso», dice Victoria Thoma, una habitante de Sarasota que vino a comprobar los daños en Siesta Key, el lugar donde Milton tocó tierra.
Esta rusa de 49 años se instaló en el oeste de Florida hace una década tras vivir en Connecticut (noreste). Aquí encontró un hogar ideal, «mágico», para ella, su marido y sus ocho hijos, asegura.
A su alrededor, los habitantes que evacuaron antes de la tormenta regresan poco a poco para ver cómo quedaron sus casas. El pueblo, de unos 5,000 habitantes, muestra un aspecto desolador. Hay calles inundadas, árboles y caídos y pilas de objetos que quedaron inservibles tras el paso de Helene y que no hubo tiempo de recoger.
Cerca de la playa, Matt Fueyo explica por qué, al igual que otros de sus vecinos, no tiene intención de dejar la costa de Florida, pase lo que pase. «He recorrido el mundo, he estado en muchos países y he visto algunos lugares hermosos. Pero esto es único», dice este dueño de una empresa de alquiler de barcos. «Siesta Key es muy poderoso. Hay una buena energía aquí, buena gente. Es un lugar muy especial».
A apenas 10 km de ahí, en Sarasota, Andy Johnson observa un yate que quedó varado en el puerto durante el paso de Milton. Este habitante de Chicago (norte) vino a visitar a familiares hace unos días y se encontró con que el huracán se dirigía hacia la ciudad.
«Fue muy aterrador para un tipo que nunca ha pasado por algo así», reconoce. «Pero la gente de aquí es fuerte. E, incluso con cosas como estas, como dice mi hermanastro, ‘es mejor que quitar nieve con una pala en el norte’. Así que reconstruyen todo cada vez».