Igual que el año recién pasado, el gobierno anuncia ahora a todo volumen que 2016 será otro año de suficiencia alimentaria. Por lo tanto, no habrá necesidad de importar granos básicos porque la cosecha de postrera ha sido de abundancia extraordinaria.
Extraordinaria, sí. La sequía nos fue leve, solamente afectó en 15% la producción de maíz y nada la de frijoles, especialmente en los departamentos de Olancho, Yoro, Comayagua y Colón. Curiosamente no se menciona El Paraíso, que es el principal departamento granero del país.
Los pronósticos de la Dirección de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (DICTA, Secretaría de Agricultura y Ganadería) son exponentes del milagro hondureño, ése que nos regala cotidianamente la información oficial de éxito permanente e inigualado de la gestión gubernamental.
Se producirán 2,2 millones de quintales de frijoles, 10 millones de quintales de maíz, volúmenes suficientes para cubrir la demanda anual de la población catracha. De arroz la cosecha será de 2,0 millones de quintales, o sea de 50%, un 10% más que la cosecha habitual, por lo que únicamente 2,5 millones de quintales serán importados para satisfacer las necesidades locales.
En 2015, ya lo vimos, aquellos alegres pronósticos fallaron. Hubo necesidad imperiosa de importar una parte sustancial de los granos básicos. Eso debido al déficit de la producción nacional, no exactamente por la adversidad del fenómeno climático sino por la falta de rentabilidad –el riesgo económico—del cultivo comercial de estos rubros, de cara a la masiva competencia internacional.
El titular de la DICTA, Jeovany Pérez, para estimular la siembra de frijoles dice que se ha fijado un precio de 1,000 lempiras por quintal para este grano, lo cual, además de no ser un precio de garantía, luce muy inferior al costo real de producción. Sucede lo mismo con el costo de producción comercial del maíz, máxime con la caída de los respectivos precios internacionales. La cuestión es, para decirlo con seriedad, que la DICTA ni nadie en Honduras puede emitir juicios certeros sobre la producción agropecuaria por la simple razón de que no existe un sistema estadístico ni siquiera primario ni mucho menos confiable.
Entonces, ¿cuál es la metodología aplicada para elaborar estos pronósticos? ¿Dónde están las fuentes de información concreta? ¿Dónde están almacenados los granos?
Las unidades regionales de la DICTA no disponen de recursos logísticos, y, por consiguiente, carecen de capacidad operativa. Los avances en riego son mínimos, a pesar de las grandes expectativas de asesoramiento internacional, y asimismo demasiado caras. Nada se ha hecho para la creación de cadenas de elaboración o procesamiento de los granos básicos. No existe una política agropecuaria ni agroalimentaria.
Como se ve, todas estas proyecciones son pura paja. ¿Qué es la paja? Es el desecho de las gramíneas, lo desprovisto de sustancia, de grano. Amén.
