No se esperaba que S.S. Francisco abordara temas políticos en su visita oficial a Cuba, siguiendo la ruta de sus dos antecesores, pero ha primado el tema político-social en sus prédicas y homilías, incluyendo, por supuesto, lo relacionado con la ecología y la protección del medioambiente.
La presencia del Papa Francisco en Cuba y luego en Estados Unidos de América (EUA) tiene un significado histórico. Su discreta participación en el acercamiento entre ambos países, que ha culminado con la reanudación de las relaciones diplomáticas, después de más de 50 años de rompimiento, continúa ahora en el proceso de solución de la compleja conflictividad del embargo económico y comercial, así como de la restitución de la soberanía cubana en Guantánamo.
La preocupación por la paz mundial y la interna de cada país, que conlleva la condena a la guerra en todas sus modalidades y dimensión, es un tema ahora más candente, tal como lo plantea Su Santidad al considerar que se está en la antesala de la III Guerra Mundial, siempre en función del imperialismo hegemónico.
También el problema de la creciente pobreza y desigualdad económica y social, de alguna manera por efecto de la globalización, que el Papa vincula al “imperialismo del dinero”. Un imperialismo al que debe prestársele la mayor atención y que aplica lo que él llama “la política del descarte”, o sea un mercantilismo que se basa en el descarte de productos, pero en el que también son descartables las personas, los seres humanos.
De esa manera, su prédica condenando esa clase de riqueza, “que pauperiza”, no solamente se refiere al desbordamiento corporativo transnacional, sino que incluye, en forma peyorativa, a las iglesias ricas, “cuyos miembros pueden terminar mal y de manera mediocre”, toda vez que se olvidan de los más pequeños y vulnerables.
Es evidente y loable este esfuerzo que Francisco, con su raíz latinoamericana, hace para darle una vía promisoria a la paz en el continente americano, de la que la reanudación de relaciones entre Cuba y EUA es un paso trascendental, lo mismo que el proceso de pacificación en Colombia, en tortuoso curso de negociación, precisamente en La Habana.
La continuación de la gira papal a Estados Unidos, con el aliciente del multitudinario y fervoroso recibimiento por el pueblo y gobierno cubano, sin duda servirá para la revisión de las pautas de la política internacional, que es fundamental para la convivencia mundial. Una inmensa misión, que, afortunadamente, el Sumo Pontífice Francisco ha asumido con toda la profundidad de los valores cristianos y con la valentía de un verdadero representante del Mesías.
