Redacción. Con mochilas improvisadas, niños en brazos y miradas llenas de angustia, decenas de familias huyeron de sus casas en distintas comunidades de Ocotepeque, ante el creciente riesgo de derrumbes provocados por las lluvias constantes que han saturado los suelos y desbordado ríos en el departamento.
Los sectores más afectados incluyen Los Cedros, Plan del Rancho, Sinuapa y zonas aledañas, donde se han reportado deslizamientos de tierra, árboles caídos y el colapso parcial de carreteras.
Ante esta situación, las autoridades, junto a personal de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), realizan evacuaciones preventivas para evitar tragedias.
Uno de los momentos más alarmantes se vivió cuando el río Quilio arrastró vehículos en su crecida repentina, lo que motivó a muchas familias a salir incluso antes de que llegaran los equipos de rescate.
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“Sentimos como si la casa se moviera por dentro, la tierra retumbaba y el agua ya estaba entrando por las paredes. No podíamos esperar más. Salimos con lo que teníamos puesto”, relató doña Reina López, una madre de cuatro hijos de la comunidad de Plan del Rancho.
Medidas de precaución
Las autoridades habilitaron espacios seguros en centros educativos y canchas techadas para recibir a las personas evacuadas. Aunque la respuesta ha sido rápida, muchas familias expresaron incertidumbre sobre cuándo podrán regresar y si encontrarán sus viviendas en pie.
Además de los riesgos para la vida, hay preocupación por la interrupción de clases, la pérdida de cultivos y la imposibilidad de trabajar, ya que muchas de estas comunidades dependen de la agricultura y el comercio informal.
Copeco informó que las lluvias continuarán durante las próximas horas y no se descartan nuevos deslizamientos. Equipos técnicos evalúan los puntos más críticos para determinar si serán necesarias reubicaciones permanentes.
“Lo más importante es proteger la vida. Ya vendrá el momento de reconstruir, pero por ahora debemos asegurar que nadie más resulte afectado”, declaró un miembro de los cuerpos de emergencia en el lugar.
Mientras tanto, en Ocotepeque reina una mezcla de miedo, solidaridad y esperanza. La esperanza de que, una vez más, la gente pueda volver a empezar.