Redacción. En diferentes rincones de Tegucigalpa y Comayagüela, las ciudades gemelas del Distrito Central, los bares clandestinos han tejido un mundo marcado por excesos, inseguridad y caos, operando tras fachadas discretas que infringen la ley, atrayendo a multitudes que buscan fiestas sin restricciones.
El consumo desmedido de alcohol y actividades fuera de todo control son solo algunos de los problemas que aquejan a las comunidades vecinas, que viven con temor y desesperación por las reuniones en estos establecimientos.
No son pocas las colonias donde los vecinos, en lugar de encontrar la tranquilidad que buscan, viven atemorizados por estos locales. La clandestinidad fomenta el desenfreno y coloca a los vecinos en situaciones de inseguridad constantes.
Un espacio sin límites
Una mujer de 28 años que ha frecuentado estos bares reveló a Diario Tiempo la realidad que se vive. “Allí adentro hay de todo: exceso de bebidas alcohólicas, consumo de drogas y hombres que se aprovechan de las mujeres. Los menores de edad entran sin restricciones y no hay ningún tipo de control”, expresó la fémina, quien prefirió mantenerse en anonimato.
Estos locales, que operan sin ningún permiso legal, suelen albergar eventos que se extienden hasta el amanecer, generando un ambiente de peligro tanto dentro como fuera de sus instalaciones.
Vecinos como Daysy Mariel, residente de la colonia El Carrizal, describen el impacto que tienen estos negocios en su vida cotidiana. “Todos los fines de semana enfrentamos este problema. Hay peleas entre personas ebrias, y a veces hasta llegan vendedores de droga. Es aterrador pensar que cualquier día pueda ocurrir un tiroteo”, relató.
Además, describió cómo el ruido afecta la salud de su familia, especialmente de su abuela enferma, quien no puede descansar debido a la constante música y gritos.
En la colonia Tres de Mayo, un hombre que vive entre dos bares clandestinos compartió un panorama similar. Este testigo, que también prefirió no revelar su identidad por miedo a represalias, contó que no tienen tranquilidad «por el desorden que hacen».
Frente a la vivienda del ciudadano se ha instalado un bar que opera desde hace al menos cinco años, y recientemente, un nuevo establecimiento ilegal comenzó a funcionar a poca distancia de su hogar, una situación que genera frustración y temor en él y los demás vecinos. “Las peleas son violentas y, en más de una ocasión, han terminado en tiroteos. No podemos dormir, y la fiesta dura hasta las 7:00 de la mañana. Cuando terminan, los borrachos se quedan molestando”, expresó otra habitante de la zona.
Personas entrevistadas por Diario Tiempo han coincidido en que no denuncian estos actos por el peligro que podrían enfrentar al hacerlo. «Aquí, por miedo la gente no dice nada, vivimos en una colonia complicada», expresó Daysy Mariel.
Gran impacto
La operación de estos bares en distintas colonias contraviene las leyes municipales. Según el juez de la Alcaldía Municipal del Distrito Central, Daniel Moya, el problema se agrava por la falta de regulación y la ubicación de estos negocios en espacios no aptos para actividades comerciales. “Muchos de estos bares están en zonas residenciales donde no tienen permitido operar. En lo que va del año, hemos aplicado el cierre provisional a 13 establecimientos por carecer de permisos”, explicó Moya.
El funcionario contó que los lugares donde han visto más incidencias estas primeras semanas del 2025 son en barrio Pueblo Nuevo y en colonia Tepeyac.
También, detalló que no solo los bares clandestinos son un problema. Muchas veces, pulperías o mercaditos, que tienen permiso para vender bebidas alcohólicas, permiten el consumo dentro del local, lo cual está prohibido. «Actualmente, hemos identificado alrededor de 10 de estos negocios que ya han sido citados», afirmó Moya.
Otro aspecto preocupante es cómo algunos locales logran camuflarse. Existen lugares que superficialmente parecen no tener nada fuera de lo común, pero en el interior operan ilegalmente sin control.
Denuncias y sanciones
Los problemas de convivencia van más allá del ruido. “Hemos recibido denuncias de vecinos sobre personas ebrias que orinan en las aceras o paredes de las casas. Esto no solo afecta la tranquilidad, sino también la higiene y el respeto en las comunidades”, agregó.
La Alcaldía Municipal ha intensificado los operativos nocturnos para combatir este fenómeno, en colaboración con la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT). Estos monitoreos, que se realizan entre las 8:00 p.m. y las 4:00 a.m., buscan identificar y cerrar establecimientos que incumplen las leyes, incluida la ordenanza “Madrugada Segura”, la cual prohíbe el funcionamiento de negocios después de las 2:00 a.m.
Las autoridades imponen multas que van desde 500 hasta 5,000 lempiras, dependiendo de la gravedad de la infracción. En casos de reincidencia, los permisos de operación pueden ser suspendidos temporal o permanentemente. “Estamos trabajando para localizar a los propietarios de estos establecimientos, ya que muchas veces quienes los atienden no son los dueños”, mencionó Moya.
La ciudadanía, de su lado, juega un papel crucial en la lucha contra los bares clandestinos. Las denuncias pueden presentarse de manera presencial en el Departamento Municipal de Justicia, ubicado en el tercer piso del edificio AER, o a través de la línea 100. Sin embargo, las autoridades recomiendan hacerlo de forma presencial para garantizar una atención más rápida.
Según Moya, las inspecciones se realizan para corroborar los hechos denunciados. “Si se comprueba que el establecimiento está incumpliendo las normas, los propietarios son citados a una audiencia de descargo, donde se determina la sanción correspondiente”, explicó.
Legalización
Para operar legalmente los propietarios de estos establecimientos deben cumplir con una serie de requisitos. Entre ellos, estar ubicados en zonas comerciales clasificadas como «D». Si están en áreas residenciales clasificadas como «R», deben obtener la autorización de los vecinos para solicitar una rezonificación. «Eso sí, deben contar con un número significante de vecinos que estén de acuerdo para asegurar que no recibiremos quejas», expresó Moya.
Además de eso, deben tener sus impuestos al día, contar con espacio de estacionamiento y solicitar el permiso de operación en la Gerencia de Atención al Ciudadano.
Estas medidas buscan garantizar que los negocios operen en condiciones adecuadas y sin afectar a las comunidades aledañas.
Una lucha constante
A pesar de los esfuerzos municipales, el problema de los bares clandestinos persiste. La ubicación de estos establecimientos en estas zonas urbanas, la falta de regulación y la complicidad de algunos ciudadanos que prefieren no denunciar por temor, dificultan el control total de esta problemática.
“Entendemos que hay quienes quieren divertirse, pero también deben pensar en los que necesitamos descansar. Este problema nos afecta a todos y necesita una solución inmediata”, expresó una residente de la colonia Kennedy.
Los bares clandestinos en Tegucigalpa y Comayagüela reflejan los perjuicios que trae a las comunidades la falta de regulación efectiva. Mientras los vecinos viven con temor y desesperación, las autoridades aseguran estar trabajando para controlar este fenómeno. Sin embargo, es evidente que se necesita un esfuerzo conjunto entre ciudadanos, autoridades y propietarios de negocios para garantizar un entorno más seguro y respetuoso.