AFP. Michael Cohen, fiel colaborador y hombre para todo de Donald Trump, empezó a ser interrogado este lunes por la fiscalía sobre los los pagos a una exactriz de cine porno que disfrazaron de gastos legales y que han sentado al expresidente en el banquillo.
Después del interrogatorio de Stormy Daniels la semana pasada, Cohen es el testigo más importante de la fiscalía, que intenta demostrar que el expresidente falsificó registros contables para ocultar un pago a la exactriz en plena recta final de las elecciones de 2016.
Grandes pagos
Cohen, a pedido de su jefe, según él, pagó de su bolsillo 130.000 dólares a Daniels para comprar su silencio por una relación sexual ocurrida en 2006, y que el magnate siempre ha negado. Cuando ya era presidente, Trump se los reembolsó fraccionados haciéndolos pasar como gastos legales, según la fiscalía.
El antiguo abogado, al que llamaban «pitbull» por el celo que demostraba para proteger a su jefe, ya se declaró culpable y fue condenado a tres años de cárcel -solo cumplió 13 meses y un año y medio en arresto domiciliario-, por mentir al Congreso y por delitos financieros y electorales.
Trump, de 77 años, aspira a volver a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre. Daniels contó con todo lujo de detalles la supuesta aventura de una noche con el magnate durante un torneo de golf para ricos: desde su pijama, sus calzoncillos y la posición sexual así como que no llevaba preservativo.
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Detalles que la defensa consideró irrelevantes para el caso y por los que intentó que el juez Juan Merchan anulara el juicio en dos ocasiones. Sin éxito.
A lo largo de tres semanas, el jurado que sellará la suerte del magnate en plena campaña electoral ha escuchado de los numerosos testigos que han pasado por el estrado que Cohen era un personaje difícil, que intimidaba y engatusaba a los demás para salirse con la suya.
Sin embargo, para los abogados de la defensa se trata de un mentiroso patológico y un criminal convicto.
«Respaldado por documentos»
«Todo lo que dice está respaldado por documentos», dijo a la AFP una fuente cercana a Cohen.
Si la semana anterior se complicó para el magnate, a quien el juez Merchan prohibió que hable de los testigos en público, la semana que comienza es todavía peor con el testimonio de Cohen, uno de los dos últimos testigos que piensa llamar la fiscalía.
Su relación se deterioró poco después de que el acuerdo secreto con Daniels salió a la luz en 2018. Trump le dejó caer y desde entonces se han enfrentado públicamente.
Trump demandó a Cohen y lo llamó «rata» y éste demandó a su antiguo jefe y dijo de él que era un un «capo de la mafia».
Declaraciones
Los fiscales reconocieron el viernes que no tienen control sobre Cohen, después de que el juez les pidió que le dijeran que dejara de hablar mal de su exjefe, su enemigo jurado tras su paso por la cárcel y de quien se ha burlado a lo largo del juicio.
Trump, que repitió de nuevo a su llegada al tribunal que es víctima de una «caza de brujas» y de «interferencia electoral», arremetió el sábado en un mitin en el vecino Nueva Jersey contra el juez al que tildó de «conflictivo» y contra el fiscal del tribunal de Manhattan que lo ha sentado en el banquillo, Alvin Bragg, de «demócrata radical».
Además del caso de Nueva York, Trump se ha enfrentado a la justicia en Washington y Georgia de intentar revertir los resultados de la elección de 2020 y de llevarse documentos clasificados al dejar la Casa Blanca en 2021, aunque ese juicio se ha pospuesto indefinidamente.