Redacción. A medida que la población vive más años, aumenta también la importancia de reconocer enfermedades neurodegenerativas de manera precoz. Entre ellas, el Alzheimer representa la causa más común de demencia en adultos mayores.
Su inicio suele ser lento y silencioso, lo que dificulta su identificación en fases tempranas. Sin embargo, detectar los primeros signos puede mejorar notablemente el pronóstico y la calidad de vida del paciente.
¿Qué es el Alzheimer y cómo se inicia?
El Alzheimer es una enfermedad cerebral progresiva que deteriora la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Comienza cuando se acumulan proteínas anormales (beta amiloide y tau) en distintas áreas del cerebro, especialmente en el hipocampo, que es clave para la formación de nuevos recuerdos.
Según el neurólogo Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), el primer tipo de memoria afectada es la memoria episódica reciente, es decir, aquella relacionada con hechos que ocurrieron hace minutos u horas.
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Principales signos tempranos del Alzheimer
La Asociación de Alzheimer de Estados Unidos (EE.UU.) ha identificado diez señales tempranas que pueden indicar el inicio de la enfermedad. No siempre se presentan todas ni en el mismo orden, pero su presencia persistente debe motivar una consulta médica:
- Olvidos frecuentes de información recién aprendida.
- Dificultad para planificar tareas o resolver problemas cotidianos, como manejar el presupuesto.
- Complicaciones para realizar actividades habituales, como cocinar o seguir instrucciones conocidas.
- Desorientación en el tiempo o el espacio: olvidar fechas, perderse en lugares familiares.
- Cambios en la percepción visual y espacial: dificultad para leer, calcular distancias o reconocer caras.
- Problemas en el lenguaje: olvidar palabras o tener dificultades para mantener una conversación.
- Pérdida de objetos y dificultad para rastrear dónde fueron dejados.
- Juicio alterado, especialmente en decisiones económicas o de autocuidado.
- Pérdida de iniciativa o interés por actividades sociales o pasatiempos.
- Cambios en el estado de ánimo o la personalidad: ansiedad, confusión, irritabilidad o aislamiento.
Alzheimer típico vs. variantes menos comunes
Aunque la pérdida de memoria es el síntoma más frecuente, existen formas atípicas del Alzheimer. Un ejemplo es la atrofia cortical posterior (ACP), donde el deterioro inicial se da en zonas del cerebro relacionadas con el procesamiento visual.
Investigaciones del University College London, dirigidas por la doctora Zeinab Abdi, revelan que en estos casos las proteínas anormales afectan primero la región parietal. Por eso, los primeros síntomas pueden ser problemas para leer, calcular distancias o reconocer objetos, lo que a veces se confunde con trastornos oftalmológicos. Esta forma suele aparecer entre los 50 y 60 años.
Diferencias con el envejecimiento normal
Es normal olvidar ocasionalmente nombres o dónde se dejaron las llaves. Lo preocupante es cuando estos olvidos son recurrentes, afectan la vida diaria y empeoran progresivamente.
Por ejemplo:
- Envejecimiento normal: olvidar un nombre pero recordarlo después.
- Alzheimer temprano: olvidar el nombre de un familiar cercano y no recordarlo más tarde.
La diferencia está en la frecuencia, intensidad y en si los síntomas interfieren con la autonomía del individuo.
Beneficios del diagnóstico precoz
Un diagnóstico temprano permite:
- Acceder a tratamientos que pueden ralentizar la progresión.
- Participar en estudios clínicos.
- Planificar el futuro personal, legal y financiero.
- Reducir la carga emocional de los cuidadores.
- Mantener la autonomía durante más tiempo.
Prevención: hábitos que protegen el cerebro
Aunque no existe una cura definitiva, diversos estudios han demostrado que ciertos hábitos pueden reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer:
- Dieta mediterránea: rica en frutas, vegetales, legumbres, pescado y aceite de oliva.
- Ejercicio físico regular: tanto aeróbico como de fuerza.
- Estimulación cognitiva: leer, aprender nuevas habilidades, resolver acertijos.
- Vida social activa: mantener vínculos personales y participar en actividades comunitarias.
- Sueño adecuado: tanto en cantidad como en calidad.
- Control de enfermedades crónicas: hipertensión, diabetes, colesterol y obesidad.
- Evitar el tabaquismo y el exceso de alcohol.
- Prevenir lesiones cerebrales: usar casco al andar en bicicleta o moto y adaptar el hogar para evitar caídas.
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Reconocer el Alzheimer en sus primeras etapas es clave para brindar una atención integral, preservar la calidad de vida del paciente y aliviar la carga en su entorno familiar. La detección temprana comienza con la observación atenta de cambios sutiles en la memoria, el comportamiento y el desempeño diario. Consultar a un especialista a tiempo hace la diferencia.