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jueves, marzo 28, 2024

Esperanza viva: Hondureña de 110 años clama por ayuda

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SAN PEDRO SULA, HONDURAS. Hace unos 20 años atrás doña María Rosario Deras soplaba noventa velas de su torta de cumpleaños y con todavía alguna lucidez. Su casa de habitación está ubicada exactamente a 50 kilómetros de distancia, en la Aldea Nueva, Capucas, Corquín, occidente del país.

Doña María tiene aproximadamente 110 años de edad, esto por algunos atrasos de inscribirla en aquel entonces, por lo que ni sus hijos saben la edad exacta, de lo que están seguros es que tiene 110 o más años. Sin duda que lleva recorridos en su vida varios miles de kilómetros y piensa ir por otros más.

Ha caminado suelos de pobreza económica, falta de alimento en el hogar y hasta hace unos años atrás estuvo muy cerca de morir producto de un derrame cerebral.

Aunque es difícil de creer, doña María tuvo 14 hijos, ocho hombres y seis mujeres, de ellos 4 ya fallecieron (Juan José, Joaquín, Vivián, etc.) Al parecer es una familia longeva, sus hijos tienen desde los 54 años de edad a los 86, tiene más de cien entre nietos, bisnietos y tataranietos.

Al ingresar a su casa se percibe un ambiente tranquilo pero con múltiples carencias, su cocina es bastante humilde, una pila casi inservible, sus cuartos aún están buenos para seguir durmiendo y detrás de esa gris postal, está una familia esperando una mano amiga.

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¿Cuál es el «secreto» de su vejez?

Cuando estaba joven se levantaba muy temprano, a veces caminando horas de distancia para ir a comprar algo para su casa, llevar lo que hacía falta a sus hijos, mientras su esposo Rubén Fuentes (murió a los 85 años) trabajaba la tierra y así aportar a lo poco.

Contaba con la ayuda de sus ancestros, que la enseñaron a guisar, a zurcir y a mantener la casa, aprendió una que otra letra del alfabeto y también algo de matemáticas para poder llevar las cuentas.

Su vestimenta siempre ha sido sencilla, antes caminaba grandes trayectos  donde llevaba pan, agua y una que otra verdura, a veces era apoyada por personas que la iban conociendo en el camino, aunque había quienes le decían que no podía andar sola porque estaba anciana y por la inseguridad, ella siempre encontró amistad y buena voluntad de la gente.

La pequeña mujer lleva un delantal, pañuelo en su cabeza y un suéter por las frías temperaturas, sin embargo, la vida ha sido grande al darle tantos años, pensando no frenar el paso, caminando y con un ritmo que sorprende.

La antigua hondureña es pura vitalidad y fe,  vive gracias a la fuerza del amor y la firme convicción en la caridad de sus hijos quienes alegan que cuando ella falte se quedarán con el mejor de los recuerdos, porque ha sido alguien que ha contagiado de espíritu joven y sin pretextos, un ejemplo de vida, de amor y de que ninguna excusa es válida para no cumplir los objetivos que uno se plantea.

Ellos son una familia humilde, dedicada a los cortes de café; pero la “roya” que perjudicó algunas fincas también dañó la economía de ese hogar. Mientras los hombres salen al campo, las mujeres se ocupan de cuidar los animales,  mantener la casa y sobretodo de ayudar en todo a su querida madre.

Los nietos y demás generaciones crecieron y se fueron alejando de la casa de habitación, pero algunos de sus vástagos permanecen allí con ella; creyendo que no es justo dejarla sola a sus ciento y pico de años cuando su edad requiere de compañía y atención, después que ella les acogió en su casa y los crio.

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La familia pide que si algún empresario hondureño o el mismo presidente pueden y desean ayudar, todo será bienvenido, pues tiene muchas carencias, a veces no hay frijoles para comer, maíz casi nunca falta, cuando hay lluvias de gran magnitud hacen hasta lo imposible porque su casa no se les venga abajo, dicen necesitar medicinas para su viejita y cooperación económica para seguir sosteniéndose.

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Algunos de sus hijos: Petrona (54), Juan Ángel tiene 59 años de edad, Lauriano (75), Tránsito (76) Fidelia (78), Jenoveva (79), Concepción (81), María Teodolinda (85) y la extinta Margarita tuviera 88 años, entre otros.

RONDA DE OPINIONES

“Ocupamos ropa y medicina porque mi mamá pasa bastante enferma, hemos pasado dificultades y con ayuda de Dios es que seguimos aquí. Es maravilloso tener a mi madre aún con vida y no es carga para nosotros” dijo con muestra de pesar una de sus hijas menores.

“Soy de los últimos pero ha sido una felicidad tenerla con vida, somos pobres pero unidos, en verdad esperamos que el Gobierno de Honduras nos apoye”, señaló Juan Ángel Deras.

“Somos amigos ya que ellos colindan con una de mis propiedades, me imagino que llegar a una edad así es tremendo pero feliz, porque no todos tenemos el privilegio de vivir tantos años y estos desde luego pesan. Ellos son pequeños productores de café y la roya les perjudicó, por lo que le toca sobrevivir del jornal que se paga poco pero es porque la economía del país está mal; deseáramos que el café tuviera un mejor precio y así salir todos beneficiados, fíjese que un sobrino de la señora fue diputado en el período de gobierno anterior y les ayudó muy poco, yo le hago un llamado a las autoridades  para que ayuden a esta familia económicamente, también tienen derecho a recibir, les pido que se pongan la mano en la conciencia”, puntualizó de manera contundente el reconocido cafetalero, German Cardoza.

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Por: J. Ariel Trigueros

Correo para ayuda: jerson.trigueros@tiempo.hn

 

 

 

 

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