Desde el primer momento le pareció un ángel. Le dijeron que se llamaba Gisele. Pero aún no supo toda la historia de la pequeña, le contó a el Washington Post.
Liz supo que Gisele, que entonces tenía 8 meses, había nacido prematura en otro hospital. Nació pesando poco más de 900 gramos. Su madre, consumidora de heroína, cocaína y metadona durante el embarazo había provocado que la pequeña tuviera el síndrome de abstinencia neonatal.
El estado de Massachusetts tomó la custodia de Gisele cuando tenía 3 meses de edad y la transfirió a Franciscan Children porque sus pulmones necesitaban atención especializada, y allí tenían un tubo de alimentación. El bebé no tuvo un solo visitante en sus cinco meses en el hospital.
Estuvo sola, con sus médicos, pero sin familia. La idea era dejarla en un hogar de acogida. Al saber su historia Liz lo tuvo claro, “Voy a criar a esta pequeña. Voy a ser su madre” dijo.
Ella sabía bien lo que era perder a su madre. La suya murió de cáncer de hígado cuando ella tenía solo 19 años.