Redacción. En la noche de este lunes, se confirmó el hallazgo del cuerpo sin vida de la maestra Aleyda Cabrera Santos, quien había sido reportada como secuestrada el martes 14 de enero en el municipio de Gualaco, departamento de Olancho.
Según datos preliminares, el cuerpo de la maestra, de 34 años, resultó encontrado a la orilla de la carretera que conduce a la aldea de San Pedro de Gualaco.
Hasta el momento, las autoridades no han proporcionado más detalles sobre las circunstancias de su muerte, aunque se sospecha que podría tratarse de un acto violento contra la educadora.
Al lugar acudieron agentes de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DPI) para iniciar la investigación y acordonar la escena del crimen. Posteriormente, trasladaron el cuerpo de Aleyda hacia el Centro de Medicina Forense para realizar los análisis correspondientes.
Desaparición de la maestra
Aleyda Cabrera, una destacada educadora conocida por su labor en la comunidad, fue secuestrada el martes pasado por hombres armados cuando se dirigía a comprar en una pulpería cercana.
Desde su desaparición, familiares y amigos empezaron una búsqueda en la zona con la esperanza de encontrarla con vida. Días después, los secuestradores contactaron a la familia para exigir un rescate por su liberación.
A pesar de los esfuerzos de las fuerzas de seguridad y los llamados de los familiares para su pronta liberación, el caso tuvo un trágico desenlace. La noticia de su muerte ha causado una gran indignación y dolor entre los habitantes de Gualaco y de todo Olancho.
Compañeros de trabajo, padres de familia y estudiantes han expresado su tristeza por la pérdida de una mujer que dedicó su vida a la enseñanza y al desarrollo de su comunidad.
«Es una tragedia que golpea no solo a su familia, sino también a todo el sistema educativo. Perdimos a una gran maestra y persona», expresó un colega de Aleyda.
Este caso reaviva el debate sobre la creciente inseguridad en el país, especialmente en las zonas rurales, donde los educadores y líderes comunitarios a menudo se convierten en víctimas de la violencia.
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Familiares y amigos de Aleyda Cabrera esperan que su caso no quede en la impunidad y que su trágica muerte sirva como un llamado urgente para frenar la ola de violencia que afecta a Honduras.