Redacción. Las momias de Tarim, que tienen alrededor de 3,600 años, son uno de los grandes enigmas de la arqueología, fueron descubiertas en los años 70 en la región de Xinjiang, en el noreste de China.
Estas momias han guardado secretos que los arqueólogos han revelado con el tiempo. Recientemente, tras décadas de investigación, se ha resuelto un nuevo misterio sobre su origen.
En algunas de las momias descubiertas, se encontró una misteriosa sustancia blanca en forma de collar alrededor de los cuellos. Durante años, su origen fue un enigma para los investigadores. Sin embargo, con los recientes avances en el análisis de ADN, una científica china logró identificarla como queso de kéfir.
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“Queso más antiguo”
Este producto lácteo se cataloga como el “queso más antiguo” encontrado en el mundo, según Qiaomei Fu, paleogenetista del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia China de Ciencias.
Su afirmación se basa en un estudio publicado el miércoles en la revista Cell, en el cual la doctora Fu lideró un análisis genético de los lácteos y los microbios presentes en el queso de la cuenca del Tarim, proporcionando nuevos detalles sobre su proceso de fabricación.
Para identificar la sustancia, la doctora Fu y su equipo tomaron muestras y aislaron químicamente fragmentos de ADN que habían sobrevivido durante más de tres mil años. Compararon estos fragmentos con los genomas de especies modernas utilizadas en la producción de queso y descubrieron restos de ADN de vaca y cabra. Asimismo, lograron rastrear el ADN de los microbios que intervienen en la fermentación de la leche para convertirla en queso.
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Kéfir moderno
Según los investigadores, durante la época de estas momificaciones, el queso que se elaboraba tenía una textura similar a la del Kéfir moderno, un lácteo fermentado producido con granos que albergan microbios.
Además, descubrieron que la leche utilizada provenía de un grupo de cabras que eran comunes en Eurasia en el periodo posneolítico. Este grupo es distinto de las cabras domesticadas que se encuentran hoy en el este de Asia.
El hallazgo sugiere que los antiguos habitantes de la cuenca del Tarim Basim probablemente adquirieron las técnicas para producir kéfir de las comunidades euroasiáticas que habitaban las estepas.
La autora señaló que conservar alimentos como el queso a lo largo de los años es un desafío. El hallazgo se convierte en «una oportunidad única y valiosa» para explorar la conexión de la humanidad con este alimento.
El análisis del ADN de estas muestras podría proporcionar a los científicos información sobre la dieta y la cultura de las sociedades prehistóricas.