Redacción. En cada elección, hay pasos que parecen pequeños, pero que pueden determinar si el voto de una persona será válido o terminará anulado. Uno de los más importantes —y a veces ignorado— es la revisión de las firmas y el sello en la papeleta antes de introducirla en la urna.
Este procedimiento no es un formalismo, si no también una garantía de transparencia y de que la papeleta que llega a manos del elector es auténtica.
Cuando el votante pasa por el proceso de verificación de identidad y huella, el presidente de mesa debe mostrarle las papeletas y corroborar que en el reverso aparezcan las firmas de los tres consejeros propietarios del Consejo Nacional Electoral (CNE). Ese es el primer filtro de seguridad. Luego, una vez entregada al elector, la persona debe doblarla de forma que oculte su voto, pero mantenga visibles las firmas. De esta manera se asegura el secreto del sufragio sin comprometer la validez del documento.

Por qué revisar la papeleta es un paso esencial
Además de las firmas, antes de que la papeleta caiga en la urna debe recibir el sello de la mesa, un procedimiento conocido como ratificación. Este sello confirma que la papeleta fue verificada en ese momento, en esa mesa, y que está autorizada para ser depositada.
Si una papeleta no tiene las firmas o el sello, corre el riesgo de que se considere inválida durante el escrutinio. Esto significa que el voto no se contará, incluso si el elector marcó correctamente. En algunos casos, la ausencia de estos elementos también puede alertar sobre fallas logísticas o irregularidades que deben reportarse inmediatamente.
Para el elector, la recomendación es clara: revisar siempre el reverso de la papeleta antes de votar.
Además, usted debe verificar que estén las firmas, pedir el sello correspondiente y asegurarse de doblarla como indica el proceso. Esto no solo protege el voto individual, sino que contribuye a fortalecer la transparencia del proceso electoral.

