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jueves, marzo 28, 2024

Elecciones en Guatemala

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Se ha confirmado el pronóstico de una segunda vuelta para elegir el presidente de Guatemala, con Jimmy Morales a la cabeza y Manuel Baldizón en el segundo lugar, ambos de raigambre en las derechas chapinas.

Las elecciones generales del domingo anterior en Guatemala, consideradas completamente atípicas por las circunstancias en que se efectuaron y por el agotamiento del sistema político en aquel país, difícilmente servirán a la solución de la crisis en aquel país.

Según el resultado de “lectura rápida” de estos comicios, cuando se había escrutado más de la mitad de las actas electorales, Jimmy Morales, del partido Convergencia Nacional (FCN), contaba aproximadamente 27% de los votos, siguiéndole Manuel Baldizón, del partido Líder con 18% de los votos y Sandra Torres, del partido UNE, con 17% de la votación.

De los 7,5 millones de votantes empadronados, solamente acudieron a las mesas electorales el 40%. El 50% se abstuvo y un 10% votó en blanco y nulo. Eso significa, en puridad de análisis, una débil legitimidad de este proceso electoral, forzado para mantener inalterado el statu quo, tras la obligada renuncia del presidente Otto Pérez Molina, ahora acusado —y preso— de cometer delitos de defraudación fiscal.

De los 13 partidos que concurrieron al evento electoral, los de izquierda apenas sumaron aproximadamente 2,6% de los votos para la fórmula presidencial. Sin embargo, se asume que en lo relacionado con la elección de diputados la participación de las izquierdas será relativamente significativa.

Al ser así, la composición de la asamblea legislativa sería variopinta, con una diversidad de intereses —y contradicciones—, lo cual indicaría, junto con el elevado nivel de abstención (60%), un claro mensaje de demanda de cambio de régimen, tal como lo expresa, de manera contundente, la Oposición Indignada.

Ahora se entiende con más precisión la renuncia del presidente Pérez Molina del cargo presidencial, cuatro días antes de la fecha de los comicios, cuando había jurado quedarse hasta el final del mandato. La oposición indignada exigía la posposición del proceso electoral para acomodarlo a un cambio de reglas en conformidad con las necesidades del cambio político, económico y social, que, en verdad, era lo conveniente para superar la crisis política.

Tal como queda la situación en Guatemala, los analistas objetivos consideran que no hay alternativa de transformación, y que, a la manera “gatopardiana”, se hace cambio para no cambiar. Sucede esto, de manera parecida a como se hacen las cosas en Honduras, porque las fuerzas del poder real no están dispuestas a ceder espacios, aunque esto signifique su propia salvación.

Jimmy Morales, candidato puntero, es escritor, comediante y nuevo en artesanía política, para no decir inexperto. Su candidatura surge de un grupo de ex militares que participaron en la guerra de “tierra arrasada” conducida por los generales Ríos Montt y Romeo Lucas, también de generales conocidas, aliados con sectores ultra del empresariado. Manuel Baldizón y Sandra Morales vienen, asimismo, del sector dominante de la oligarquía guatemalteca.
Nada especial se presenta para el desarrollo de la segunda vuelta electoral en Guatemala, y, por supuesto, las perspectivas de la crisis política son de mantenimiento, si no es que de agudización.

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