Redacción. En la naturaleza existen especies cuyas habilidades sorprenden incluso a los expertos. Tal es el caso del pez cabeza de serpiente del norte (Channa argus), un depredador que ha llamado la atención por su capacidad para respirar aire y desplazarse por tierra firme, adaptaciones que lo convierten en una seria amenaza para los ecosistemas donde no es nativo.
La revista Smithsonian Magazine afirmó que las autoridades de Estados Unidos (EE. UU.) consideran a esta especie como invasora y han expresado su preocupación por su presencia. Su capacidad para sobrevivir fuera del agua y su comportamiento agresivo han llevado a catalogarla como una amenaza para las especies nativas, por lo que las autoridades han solicitado a los pescadores que la eliminen activamente.
Origen asiático
Originario de Asia, el pez cabeza de serpiente del norte fue avistado por primera vez en EE. UU. en 2002, cuando apareció en las aguas de Crofton, Maryland, según reportes de Smithsonian Magazine. Desde entonces, su presencia se ha documentado en varios estados, incluidos Nueva York, Pensilvania, Nueva Jersey, Arkansas y otros puntos del país.
Expertos sugieren que comerciantes introdujeron esta especie al país a través del comercio de peces ornamentales o como parte del menú en restaurantes de comida asiática. Durante años, vendedores ofrecieron al pez tanto como mascota como alimento en mercados. Otras personas liberaron intencionalmente ejemplares en ríos y lagos, lo que permitió que la especie se expandiera y se estableciera en el ecosistema local.
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Una especie agresiva
Este pez no sólo es resistente y adaptable, también es altamente reproductivo. Las autoridades ambientales destacan que una sola hembra puede producir hasta 50,000 huevos, los cuales eclosionan en apenas uno o dos días. Esta característica lo convierte en una especie con un potencial invasivo elevado.
El Departamento de Conservación de Missouri ha emitido alertas calificando al Channa argus como un «depredador agresivo y territorial». La alerta refuerza la necesidad de controlar su población antes de que cause daños mayores en los ecosistemas nativos.
Por su parte, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. ha reconocido que, aunque la erradicación total es poco probable, los esfuerzos de control han mostrado resultados positivos. En una declaración reciente, el organismo señaló que, con la colaboración del público, es posible mantener bajo control las poblaciones existentes y minimizar futuros impactos negativos.