Honduras.- La ciudad de Danlí, ubicada en el fronterizo departamento de El Paraíso, se encuentra colapsada ante el incremento de migrantes extranjeros, quienes debido a la falta de espacios en los albergues se ven obligados a abarrotar las calles y parques, algunos acampando o durmiendo a la intemperie, mientras consiguen un salvoconducto o dinero para continuar su camino rumbo a los Estados Unidos.
Según el Instituto Nacional de Migración (INM), más de 222 mil indocumentados han llegado a Honduras en lo que va de 2023, una cifra que supera a la del año 2022, cuando registraron el ingreso de 188 mil 858 inmigrantes.
Las estadísticas revelan que la mayoría provienen de Venezuela (43.6%), Ecuador (12.8%), Cuba (10.5%) y Haití (9.4%). Sin embargo, también ingresan personas originarias de África, China, Colombia y oriente medio.
La mayoría de migrantes que pasan por Honduras son jóvenes que rondan las edades entre los 21 a 30 años. De los 222,259 indocumentados, 132,823 son hombres; 52,453 mujeres, 21,910 niños y 15,073 niñas.
Medidas sin resultados
Debido al incremento de la crítica situación que enfrenta la ciudad e Danlí, sus autoridades locales plantearon la posibilidad de cerrar el paso fronterizo. Sin embargo, en reunión sostenida con el titular del INM, Allan Alvarenga, se decidió hacer caso omiso a la propuesta, pues estarían violentando los derechos de los migrantes.
De tal manera, Alvarenga informó que a partir de este miércoles se instalará una Comisión Interna Especial para la migración en frontera y de esta forma brindar soluciones y tratos dignos a los extranjeros.
No obstante, pese a las medidas y apoyo anunciadas por autoridades del Gobierno, desde hace meses el departamento de El Paraíso no le ha hecho honor a su nombre. Pues la situación que enfrentan miles de indocumentados en sus ciudades está más cerca del infierno.
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Duras condiciones en las calles de Danlí
Los migrantes suelen relatar historias de sufrimiento, nostalgia y coraje por su patria, la cual decidieron abandonar por la delincuencia y sobre todo por crisis económica. Sin embargo, al llegar a Honduras no encuentran un panorama muy distinto.
Un venezolano, quien comenta que en el pasado en su país laboraba como subcomisionado nacional de los Derechos Humanos, relató a medios locales la situación que ahora enfrenta como migrante en la ciudad de Danlí.
«No tenemos baño público para hacer higiene. Muchos niños también andan enfermos, los que vienen llegando también vienen con los pies todos rotos. Hemos sido robados también, no tenemos ropa y calzado», comentó.
Este migrante anónimo explicó que su objetivo como venezolanos no es quedarse en Honduras, pero se ven obligados a permanecer en el país debido a que ya no cuentan con «plata», por lo que deciden acampar en lugares públicos como el parque Monumento a la Madre.
Claman por ayuda
En ese sentido, el extranjero solicitó una «mano amiga» al Gobierno de Honduras y a los mismos hondureños, reiterando: «no estamos aquí porque queremos estar». «Todo el mundo sabe lo que está pasando en los países de América Latina, simplemente necesitamos una ayuda. No se trata de nacionalidad sino de humanidad«, añadió.
El sudamericano explicó que al adquirir el salvoconducto no reciben el asesoramiento correcto por parte de las autoridades, ya que no les detallan que este es válido únicamente por cinco días.
«No nos asesoran y lo que pasa es que a los cinco días, uno como no tiene plata se queda por acá tratando de producir la plata y se nos vence el salvoconducto y nos dice que vamos a ser multados», lamentó el migrante.
En busca de oportunidades
Cientos de venezolanos relatan que deciden abandonar a su familia y su país en busca de mejores oportunidades económicas, de salud y empleo.
De las miles de historias trágicas que cuentan los migrantes sobresale la de una madre venezolana, quien junto a su hijo enfermo decidió abandonar su nación y arriesgar sus vidas en la Selva del Darién. La madre detalló que su pequeño padece del corazón y ante al precario sistema de salud de Venezuela buscan recibir una mejor atención en los Estados Unidos.
«Lo más difícil es que él es operado del corazón y necesita una válvula para su corazón y aquí vamos. Podrán decir que soy mala madre por arriesgar su vida, pero no podía dejarlo morir en Venezuela. También dejé en mi país a mis cuatro hijos con mi esposo», relató entre lágrimas.
El caso de esta madre es solo uno de tantos. Los factores económicos que enfrentan los obligan a jugársela para alcanzar el sueño americano.
«Todos salimos por la situación de nuestro país. Vamos a buscar una mejor estabilidad de vida y una mejor economía», cuenta un venezolano.
«La situación del país es caótica, cada día peor. Nos tienen en la ruina, no hay nada que hacer allá. Con lo que se gana en un día no se puede ni comer. La experiencia resulta dura pero con la fe y el corazón los venezolanos vamos a buscar el sueño americano. No tenemos de otra», manifestó otro migrante.
Camino lleno de problemas
Del mismo modo, relatan que desde su trayecto han enfrentado malos tratos. Por ejemplo, casi unánimemente aseguran que Nicaragua es uno de los peores países para transitar. «La gente allí, aparte de que trata mal, se aprovecha de uno», contó otro venezolano.
Por su parte, otros cuentan que durante su trayecto hasta Honduras han gastado hasta ahora alrededor de 2,000 dólares (49,900 mil lempiras). Asimismo, otros comparten que durante su paso por Honduras buscan sustentarse vendiendo caramelos y así poder seguir su camino.
Impacto en la sociedad de El Paraíso
El delegado departamental del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH), William Alvarado, expuso a Diario Tiempo la indiferencia a la que se ven expuestos los migrantes en Danlí y otras ciudades de El Paraíso.
Alvarado, explicó que debido al colapso que enfrenta la ciudad de Danlí, diversos grupos particulares de hondureños han tomado acciones en contra de varios extranjeros. Varios pobladores se han mostrado molestos y denuncian el ingreso y la estadía de migrantes en plazas públicas.
Añadió que hace dos años la comunidad de Danlí era solidaria y empática. Pero ante el colapso de las instituciones, también se ha derrumbado la sociedad.
«Ya no tenemos esas organizaciones que brindaban de manera particular esta asistencia humanitaria. Esto ha provocado que en el departamento municipal de justicia haya una gran cantidad de denuncias. Asimismo, los directivos de patronatos encerraron sus colonias ante el temor a la comunidad migrante», ilustró.
Abusos y preocupaciones
Por otra parte, Alvarado señaló que el CONADEH ha registrado quejas de violaciones de derechos humanos por parte de las autoridades locales en el tema de cobros excesivos al transporte público.
Asimismo, detalló que como delegado en El Paraíso ha escuchado historias de los peligros que enfrentan al cruzar el Darién (selva panameña), donde a muchos les ha tocado abandonar a sus familiares y amigos. De igual manera, comentó que tanto niños, como mujeres y miembros de la comunidad LGTBQ+ suelen ser víctimas de abusos sexuales en su tránsito hacia Estados Unidos.
«Y de las mayores experiencias que escuchamos es que en países como Colombia, Venezuela, Costa Rica y Nicaragua, no es igual al trato que le brinda la comunidad hondureña. Pero hay algunas excepciones», agregó.
Por otro lado, el defensor manifestó su preocupación ante el incremento masivo de migrantes. De registrar entre 600, 100 o mil, actualmente Danlí está recibiendo hasta 5,000 extranjeros diariamente.
Este «aluvión» en la ciudad mantiene colapsados los albergues y las oficinas de migración del departamento de El Paraíso, donde únicamente hay tres ventanillas habilitadas y diariamente se emiten 2 mil salvoconductos.
La crisis ha obligado a defensores y los mismos migrantes a solicitar apoyo de las autoridades locales y el Gobierno Central para que mejoren las atenciones y les faciliten su paso hacia los Estados Unidos.