Redacción. Con la llegada de la Semana Santa, miles de feligreses se reúnen en distintas partes del mundo para conmemorar los últimos días de vida de Jesucristo.
La celebración del Domingo de Ramos es muy significativa para los cristianos, pues representa el inicio de la semana más importante del año litúrgico, en la que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Para la celebración, los fieles llevan palmas y ramas de olivo a la procesión, como recuerdo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Estas palmas y ramas son bendecidas por el sacerdote y luego llevadas a sus hogares, como símbolo de protección y bendición.
Origen del Domingo de Ramos
Esta fecha conmemora el inicio de la última semana de vida de Jesús, cuando entró en Jerusalén. Según lo descripto en los evangelios, una gran multitud aclamó a Cristo mientras entraba montado en un asno y lo recibieron como el Mesías.
El nombre proviene de la forma en la que los habitantes del lugar recibían a Jesús. Muchos aplaudían su entrada con ramas de palma, una planta que, en las creencias judías, era símbolo de riqueza y fecundidad.
Este gesto fue cambiando con el paso de los años, a medida que la religión se esparció por Occidente. Como en algunos países no existía esta planta, se reemplazó por otras de origen local, como el tejo, el sauce y el olivo -este último era considerado una señal de paz-. Por la amplia cantidad de plantas que se utilizaban con este propósito, se le dio el nombre de Domingo de Ramos, para hacerlo más general.
Rituales con los ramos
Hoy en día es una tradición llevar a la misa del Domingo de Ramos un ramo de alguna de estas plantas antes mencionadas. El sacerdote suele bendecirlos para luego ser colocadas junto a cruces o crucifijos en casa durante toda la Semana Santa.
Una vez finalizada, se queman para luego usar sus cenizas durante el Miércoles de Cenizas del año siguiente; igualmente, este ritual no es tan popular en algunos países.