Redacción. Para millones de inmigrantes en Estados Unidos, la meta de vivir y trabajar legalmente se divide en dos caminos principales: la ciudadanía y la residencia permanente.
Aunque ambos estatus ofrecen una vida estable en el país, existen diferencias fundamentales en cuanto a derechos, responsabilidades y permanencia.
El estatus de residente permanente, comúnmente conocido por la tarjeta de residencia o Green Card, permite a las personas vivir y trabajar de forma indefinida.
Le puede interesar: Este es el requisito indispensable para pedir la residencia permanente en EEUU

Los residentes disfrutan de la libertad de trabajar en la mayoría de los empleos y de acceder a ciertos beneficios sociales y educativos; sin embargo, su estatus es condicional.
La mayor limitación es que no pueden votar en elecciones federales y, lo más importante, pueden ser deportados si cometen delitos graves o violan las leyes de inmigración. También deben renovar su tarjeta periódicamente.
Ciudadanía
En contraste, la ciudadanía estadounidense es un estatus legal y vitalicio que se puede obtener por nacimiento o mediante un proceso de naturalización.
Los ciudadanos gozan de una protección inigualable: no pueden ser deportados (excepto en casos de fraude en la naturalización). Tienen el derecho irrenunciable de votar en todas las elecciones.
También abre puertas a empleos gubernamentales, la posibilidad de postularse a cargos públicos y un proceso más rápido para traer a familiares al país.

Le puede interesar: EEUU pagará hasta 400 dólares a cada residente que cumpla con estos requisitos
La ciudadanía ofrece una seguridad que la residencia no puede igualar. Mientras que un residente debe vivir con el riesgo constante de perder su estatus, el ciudadano disfruta de una pertenencia plena y segura al país, con todos los derechos y deberes que eso implica.