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domingo, abril 28, 2024

Día del Niño

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Con el aumento de la pobreza y la miseria, la situación de la niñez hondureña sigue siendo conmovedora. Es una realidad que no cala hondo en la conciencia política de nuestro país.

El futuro de la patria son los niños, se dice, pero la  perspectiva es de atraso y de marginalidad social, con la privatización de la educación y la mala calidad de la enseñanza, algo que no logra esconder la espesa niebla de la propaganda oficial.

Honduras tiene hoy día una población de aproximadamente 9,5 millones de habitantes, cuya mitad es menor de 15 años.  Es la hondureña una nación joven, lo cual constituye un formidable desafío del que el régimen pretende desembarazarse con su política neoliberal.

De esa población menor de 15 años, cerca de 2,5 millones son niños que no alcanzan los 5 años de edad. Se trata de un segmento clave de la población en cuanto a su desarrollo físico y mental. También es carne de migración irregular hacia Estados Unidos, principalmente.

Entre las responsabilidades esenciales del Estado republicano-democrático, están las de garantizar a los niños la educación, la salud y la seguridad alimentaria. El cumplimiento de esas garantías fundamentales va perdiéndose completamente por efecto de mercantilización política y la corrupción.

El fenómeno de las pandillas juveniles (maras) y la presencia en todas las ciudades de los llamados niños de y en la calle, es testimonio dramático de la degradación social, un mundo de mendicidad y violencia, de carencia de afecto y solidaridad, que el régimen totalitario pretende enfrentarlo con la militarización y el terrorismo institucional.

La estampida migratoria de niños y jóvenes hacia el Norte es de tanto volumen que ha movido a la preocupación a las autoridades estadounidenses. Básicamente una preocupación por el traslado de la carga social y por  determinadas consecuencias políticas y demográficas.

De allí el invento del llamado Plan Alianza para la Prosperidad (PAP),  para los países del Triángulo del Norte centroamericano (El Salvador, Guatemala, Honduras, con tenue inclusión de Nicaragua) cuyo financiamiento está, al parecer, en los cuernos de la luna. 10,000 millones de dólares, 90% a cargo del Triángulo y 1,000 millones, el “Billón de Obama”, por parte de Estados Unidos de América (EUA).

Un PAP que se ha quedado a mitad de camino, entre Escila y Caribdis, dada la incapacidad real de la aportación centroamericana, más la gangrena de la corrupción, y, al otro extremo de este mundo al revés, la profundización aplicada del modelo neoliberal y el soporte militar-policial-paramilitar del sistema.

Ese es, infortunadamente, el futuro ominoso de nuestra niñez y juventud, una de las causas fundamentales de la Oposición Indignada que se vuelca en las calles y plazas públicas, como nuevo sujeto político-social definido y decidido a romper el dique de atraso, inmoralidad política y concupiscencia de la élite del poder.

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