Redacción. Desde el inicio del gobierno de Xiomara Castro en enero de 2022, la deuda externa de Honduras ha mostrado fluctuaciones, pero mantiene una tendencia al alza, con un aumento global de 739.6 millones de dólares en lo que va del actual mandato, según informes del Banco Central de Hondura (BCH).
En enero del 2022, el país reportaba un saldo de $9,221.5 millones. Para diciembre del mismo año subió a $9,540.1 millones, mientras que en diciembre de 2023 bajó levemente a $9,371.5 millones.
En total, el aumento de la deuda hasta este año representa un crecimiento del 8.02%, reflejando los desafíos fiscales y de financiamiento que enfrenta el país. Además, revive el debate sobre la sostenibilidad del endeudamiento y el uso que se le está dando a estos recursos.
Según el BCH, el repunte más alto se registró en diciembre de 2024, cuando la deuda alcanzó los $10,242.2 millones. Sin embargo, para abril de 2025, la cifra se redujo a $9,961.1 millones.
A pesar de que la deuda externa se redujo entre diciembre de 2024 y abril de 2025 —al pasar de $10,242.2 millones a $9,961.1 millones—, el 2024 fue el año en el que Honduras asumió el mayor nivel de endeudamiento durante el actual gobierno.
Solo en 2024, la deuda aumentó en más de $870 millones respecto a diciembre de 2023, marcando el pico más alto del período.
¿En qué se endeuda el país?
Durante el gobierno de Xiomara Castro, Honduras recurrió al endeudamiento externo como un mecanismo para financiar proyectos de inversión pública, cubrir déficits fiscales, atender emergencias nacionales y respaldar la balanza de pagos del país.
Esta estrategia se ha implementado a través de la contratación de nuevos créditos con organismos internacionales y la colocación de bonos soberanos en los mercados financieros.
En 2022 y 2023, el país gestionó préstamos principalmente para apoyo presupuestario y la ejecución de proyectos en áreas sociales e infraestructura.
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Por ejemplo, se financiaron programas de protección social, salud, energía, carreteras y reconstrucción tras los efectos de las tormentas tropicales Eta e Iota. Además, se utilizaron recursos para enfrentar la crisis de los combustibles y mejorar la capacidad de respuesta ante desastres.
En 2024, se registró el mayor endeudamiento del período, con una contratación bruta de $2,082.5 millones, destacando la emisión de un Bono Sostenible, verde y social por $700 millones en noviembre, destinado principalmente a apoyo presupuestario.
¿Con quién se ha endeudado el país?
Honduras ha contratado deuda externa con tres tipos de acreedores principales:
- Organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (IDA), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que representaron entre el 70% y 75% de la deuda total.
- Acreedores comerciales, mediante emisiones de bonos soberanos colocados en el mercado financiero internacional, particularmente a través del Banco de Nueva York Mellon – Inglaterra.
- Instituciones bilaterales, como la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), el Banco Alemán de Desarrollo (KFW), y el Instituto de Crédito Oficial (ICO) de España.
¿Cómo se ha contratado esa deuda?
Se utilizaron dos instrumentos principales:
- Préstamos tradicionales, que constituyen entre el 80 % y 85 % del total de la deuda externa del sector público.
- Títulos valores (bonos soberanos), emitidos en mercados internacionales con pagos únicos al vencimiento, como los bonos de 2017, 2020 y 2024.
Estos contratos se realizan en diversas monedas, aunque predominan los compromisos en dólares estadounidenses (más del 80%), seguidos por Derechos Especiales de Giro (DEG), euros y otras monedas.
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Una costumbre gubernamental
Liliana Castillo, expresidenta del Colegio Hondureño de Economista (CHE), explicó a Diario Tiempo que el incremento en la deuda no es algo aislado ni reciente.
“La deuda externa crece todos los años. Aunque en abril de 2025 se observó una ligera reducción por amortizaciones, esto no refleja el comportamiento real, porque no solo hay que analizar la deuda externa, sino también la deuda pública en su totalidad”, expresó.
La especialista señaló que desde gobiernos anteriores se ha producido un acercamiento en la proporción de deuda externa e interna, que antes era aproximadamente 75 % externa y 25 % interna.
“Desde 2020 en adelante, especialmente por el impacto de la pandemia, esa proporción se ha ido igualando, y si analizamos la deuda pública total, la tendencia es claramente al aumento constante, no a la disminución”, explicó.
Castillo detalló que “en los primeros años del actual gobierno hubo poca contratación de nueva deuda porque se esperaba la firma y los desembolsos del acuerdo con el FMI, que funciona como aval para acceder a créditos internacionales.
Sin embargo, se continuó contratando, mientras tanto, deuda con el BCIE, bancos privados nacionales y fondos de pensión, por lo que la deuda siguió creciendo porque los nuevos desembolsos superan los pagos o amortizaciones.
Bonos
La economista destacó que un factor que incrementó considerablemente la deuda fue la emisión de bonos por 800 millones de dólares a finales de 2024, colocados en el mercado internacional con acreedores comerciales.
En 2025, la tendencia sigue con la suscripción de múltiples préstamos con organismos multilaterales como el BID, el Banco Mundial y el CAF. Esto impulsa el aumento de la deuda pública.
Respecto a la reducción temporal observada en algunos meses, aclaró que “aunque el saldo pueda bajar puntualmente por mayores amortizaciones de capital, la realidad es que el saldo total de la deuda pública sigue creciendo”.
Limita el desarrollo
Castillo advirtió sobre las consecuencias fiscales de esta dinámica. “Cada año, en los presupuestos nacionales se destinan más recursos para el servicio de la deuda. Por ejemplo, en pocos años el monto pasó de 50 mil millones de lempiras a cerca de 67 mil millones en 2025″, expuso.
Esto significa que una mayor parte de los recursos públicos se destina al pago de intereses y amortizaciones, limitando la capacidad del Estado para financiar proyectos que realmente beneficien a la población.
¿Se utilizan para lo que se solicitan?
La economista también criticó la falta de transparencia y eficacia en el uso de los recursos obtenidos. “Desde hace décadas, la deuda sigue creciendo, pero no se ven las obras ni los resultados prometidos”, indicó.
“Muchas veces, préstamos que son contratados con fines específicos, como la construcción de infraestructura, terminan siendo utilizados para gasto corriente. Este es un problema estructural que ha venido afectando al país durante mucho tiempo”, acotó.
Sin embargo, Castillo señaló que “si la deuda se invierte de manera responsable y transparente, puede generar grandes beneficios, como la creación de empleo y el desarrollo de infraestructura esencial para el país”.
Pero advirtió con contundencia que “cuando esto no ocurre y los recursos se destinan a gastos improductivos, el endeudamiento solo sirve para cubrir déficit, sin aportar al crecimiento ni al bienestar social”.
Finalmente, enfatizó que el impacto negativo recae en la población. “El ciudadano es el más afectado, porque todos esperamos que los préstamos se traduzcan en obras y servicios que mejoren la calidad de vida. Pero al no ser así, el desarrollo se estanca y los costos los pagamos todos”, concluyó.
El crecimiento de la deuda externa en Honduras durante el actual gobierno plantea una disyuntiva crucial: seguir endeudándose sin una estrategia clara o reorientar el uso de estos recursos hacia proyectos que generen desarrollo sostenible.
Aunque los préstamos pueden ser una herramienta útil, el verdadero reto radica en la forma en que se gestionan. Mientras el endeudamiento siga superando a las amortizaciones y los recursos no se traduzcan en obras tangibles, la carga recaerá, como advierten los expertos, sobre una ciudadanía que espera más resultados y menos promesas.
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