Redacción. Héctor Flores, conocido en el ámbito artístico como “El Chaco de la Pitoreta”, levantó una fuerte polémica al denunciar públicamente las razones detrás de su salida como director de la Casa de la Cultura en El Progreso, Yoro.
El reconocido gestor cultural, fotógrafo, poeta y defensor de derechos humanos brindó declaraciones en una reciente entrevista en el pódcast “La Casa de Freq”, un espacio que aborda temas vinculados a la cultura, el arte, la política y la vida urbana.
Durante la conversación relató claramente que su destitución estuvo vinculada a su negativa de permitir una actividad política partidaria en la Casa de la Cultura, un espacio dedicado al fomento del arte y la cultura comunitaria.
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Recibió, según explicó, una solicitud por parte de un representante del partido Libertad y Refundación (Libre) para reservar el recinto cultural con fines políticos.
«Se me presentó alguien del partido y me pidió que le reservara la Casa de la Cultura para una actividad política. Le respondí que la casa del partido Libre queda por la Iglesia de los Mormones. Este lugar es la Casa de la Cultura, no un espacio para eventos políticos», narró Flores.
Exigencia
La reacción del diputado ante esta negativa fue, según su testimonio, una clara muestra de subordinación partidaria. «Vos sos del partido. Te pusimos aquí los del partido; tenés que hacer las cosas del partido», fue la respuesta que recibió, una afirmación que Flores interpretó como evidencia de la presión política.
Frente a ello, reafirmó su compromiso con un servicio público independiente. «El funcionario público funciona para el pueblo, no para el partido», subrayó. Explicó que su posición obedecía a un principio de equidad e imparcialidad y señaló que permitir ese evento abriría la puerta a otros de índole similar.
«Si presto la Casa de la Cultura a Libre, tengo que hacer lo mismo con el Partido Nacional o Liberal. Si quiero ser coherente con decirles que no a ellos, tengo que decirte que no a vos también», argumentó.
Flores calificó su decisión como «radical y coherente» y reconoció que le costó el cargo. Pero dijo que no se arrepiente, pues considera que la integridad institucional y el carácter público de los espacios culturales no deben ceder ante intereses partidarios.