Redacción. Con la llegada de las bajas temperaturas, la atención cosmética suele centrarse en el rostro, dejando al resto del cuerpo como el gran olvidado.
Sin embargo, la transición entre el frío exterior y las calefacciones interiores genera un estrés cutáneo que puede derivar en deshidratación severa y pérdida de la función barrera.
Expertas en el sector, como la farmacéutica Karla Pires (Planet Skin), Rosa Roselló (Druni) y Ester López (Ali d’Aria), coinciden en que el invierno exige un cambio profundo en nuestra rutina corporal.
«La piel pierde mucha más agua en esta estación; el viento y los cambios bruscos de temperatura la vuelven más sensible y áspera», explica Pires.
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Por ello, la clave reside en sustituir las lociones ligeras del verano por texturas más densas como bálsamos y mantecas, que actúan como una película protectora.

Activos y texturas
Para combatir la tirantez, Roselló recomienda fórmulas enriquecidas con aceites naturales, niacinamida y escualano, que compensan la pérdida de lípidos. En casos de sequedad extrema, el uso de urea en bajas concentraciones se vuelve indispensable.
Por su parte, López destaca la importancia de ingredientes como el ácido hialurónico, las ceramidas y las mantecas vegetales (karité o cacao), capaces de retener la humedad y reparar profundamente.
Hábitos que marcan la diferencia
Más allá de las cremas, el cuidado invernal requiere evitar ciertos errores comunes. Las expertas advierten que las duchas largas con agua muy caliente y los jabones agresivos eliminan los aceites naturales de la dermis. Como alternativa, sugieren:
- Exfoliación suave: realizarla una o dos veces por semana para facilitar la penetración de activos.
- Hidratación estratégica: aplicar aceites corporales sobre la piel aún húmeda tras la ducha.
- Ambiente y textil: usar humidificadores en casa y evitar el contacto directo de la lana con la piel para prevenir irritaciones.
Cuidar la piel en invierno no es sólo una cuestión de estética, sino de salud y bienestar integral.

