Redacción. Aunque la misión principal de cualquier plancha es alisar el cabello mediante la aplicación de calor, cada sistema lo hace de una manera distinta.
Hay modelos con placas de titanio, recubrimientos de iones y otras variaciones, pero el vapor y la cerámica han ascendido al trono en las últimas temporadas gracias a su capacidad para combinar un alto nivel de eficacia con un buen cuidado capilar.
Es crucial entender el mecanismo de cada una, ya que no todas se comportan igual ante los distintos tipos de melena, y este conocimiento es la mejor defensa contra sorpresas desagradables.
Plancha de vapor
La plancha de vapor opera con un principio similar al de una plancha de ropa, pero adaptado al estilizado. A medida que las placas se deslizan por el cabello, el aparato emite vapor de agua. Esta humedad ayuda a hidratar la fibra capilar durante el alisado, suavizando y sellando la cutícula.
El resultado es que la plancha no solo alisa, sino que sella la humedad natural del pelo, evitando que se reseque en exceso por el calor directo. Su principal ventaja es que tiende a dejar un acabado más pulido y notablemente brillante. Es la herramienta ideal si tienes el cabello grueso, muy rizado o con fuerte tendencia al encrespamiento, pues el vapor lo doma sin necesidad de recurrir a temperaturas extremadamente altas.

Además, este aporte de humedad puede ser un gran aliado si tu melena ya está seca o dañada. Sin embargo, suelen ser modelos más voluminosos y pesados que requieren rellenar un depósito de agua. Si no se usan correctamente, el exceso de humedad y calor puede provocar debilidad en cabellos extremadamente finos.
Plancha de cerámica
La plancha de cerámica es un clásico atemporal. Su mayor fortaleza radica en que sus placas están diseñadas para distribuir el calor de manera totalmente uniforme. Esto elimina los temidos puntos calientes que suelen ser los responsables de quemar o dañar mechones específicos. El alisado que se logra es rápido y homogéneo, reduciendo el riesgo de daño siempre que se controle bien la temperatura.
La cerámica es especialmente amable con cabellos finos o de grosor medio, y se adapta bien al uso diario si se utiliza en combinación con un buen protector térmico. También destaca por ser más ligera y práctica que el modelo de vapor, lo que la convierte en una opción perfecta para llevar de viaje o para retoques de última hora. Su limitación principal es que, en cabellos muy rizados o gruesos, podría requerir un mayor número de pasadas para conseguir el nivel de liso que una plancha de vapor logra en menos tiempo, exponiendo el pelo al calor durante más tiempo.
Temperatura correcta
A la hora de buscar la plancha perfecta, hay que prestar especial atención a la composición de las placas. La cerámica pura ofrece una mayor suavidad con el cabello y garantiza un reparto estable del calor. Si este material se combina con turmalina, se potencian aún más sus beneficios, ya que este mineral libera iones negativos que son muy efectivos para reducir el encrespamiento.
Por su parte, las planchas de vapor generalmente combinan la cerámica con otros materiales para maximizar el proceso de sellado de la cutícula. Lo fundamental en este caso es que la liberación del vapor sea constante y uniforme en toda la placa, evitando que haya zonas demasiado secas o demasiado húmedas.
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En ambos casos, la temperatura ajustable es un factor decisivo. Un cabello fino no debería pasar de los 180 ºC, mientras que uno grueso o rizado puede necesitar hasta 210 ºC, pero nunca más.
Consejos de mantenimiento
Independientemente de si tu elección final es la plancha de vapor o la de cerámica, el cuidado que le des a la herramienta impactará directamente en la salud de tu melena. Es crucial limpiar las placas con un paño suave ligeramente humedecido, siempre y cuando estén frías, para eliminar restos de productos o aceites. Si usas un modelo de vapor, es vital vaciar el depósito de agua después de cada uso para evitar la temida acumulación de cal.

Finalmente, guarda la plancha en un lugar seguro y seco, y evita golpes o caídas, ya que cualquier grieta en las placas puede atrapar y partir tu cabello. Y recuerda siempre, el mejor compañero de cualquier plancha es un buen protector térmico.



