REDACCIÓN. ¿Te has preguntado por qué algunas joyas te hacen brillar más que otras? La respuesta no es solo una cuestión de gusto, sino de colorimetría, una técnica que armoniza los colores con tu esencia natural, incluyendo el tono de tu piel, ojos y cabello.
Dominar este «arte» es la clave para elegir el acabado perfecto que te haga destacar.
La colorimetría clasifica tus rasgos en cuatro «estaciones»: invierno, primavera, verano y otoño. Al analizar cómo interactúan los colores con tu rostro, la técnica determina qué tonos te aportan luz y cuáles te apagan, ofreciendo una guía precisa sobre vestuario y, fundamentalmente, la elección de metales para tus joyas.
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Estaciones
Para las personas de colorimetría invierno, con piel clara y subtono frío u oliva, la elección es el acabado plata u oro blanco. Estos tonos fríos y brillantes realzan el contraste natural de tu piel y te aportan una luminosidad vibrante.

Si eres colorimetría primavera, con piel clara, subtonos cálidos, y ojos claros, el metal que te ilumina es el oro amarillo u oro rosa. Estos metales aportan frescura y luz a tu rostro, escote y manos.
Las personas con colorimetría verano poseen un tono de piel claro con subtono rosado y frío, generalmente con cabello y ojos claros. Al igual que el invierno, las joyas de plata son sus mejores aliadas, ya que complementan sus tonos suaves y frescos.
Finalmente, si te identificas con la colorimetría otoño, caracterizada por pieles cálidas en tonos melocotón o dorado y cabello castaño oscuro o rojizo, el oro amarillo será tu mejor opción. Los metales cálidos intensifican los matices dorados de tu piel, creando una calidez natural inigualable.
Dejar de lado la preferencia personal y optar por el metal que armoniza con tu estación de colorimetría es el secreto para realzar tu belleza natural y brillar con autenticidad.

