Redacción. Debido a la falta de tiempo, la tentación de meterse en la cama con el cabello húmedo tras una ducha refrescante es alta, buscando replicar el efecto enfriador de la evaporación.
Sin embargo, los dermatólogos advierten que esta práctica, lejos de ser inofensiva, conlleva serios riesgos para la salud del cabello y del cuero cabelludo.
La Dra. Trinidad Montero, especialista en Dermatología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada y miembro del Cilad, explica que irse a dormir con el pelo mojado permite la entrada de gotículas de agua en la cutícula, la capa externa protectora de la fibra capilar. Esta intrusión vuelve el cabello más vulnerable a agresiones externas, lo debilita, reduce su brillo y lo hace más fino y quebradizo.
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Riesgo
El riesgo principal no se limita al daño estructural del pelo. Al acostarse con el cabello mojado, la humedad se transfiere y se estanca en la almohada. «Esto crea un ambiente propicio para el crecimiento de hongos y bacterias«, subraya la Dra. Montero.

En concreto, esta humedad favorece la proliferación de la levadura Malassezia, que puede exacerbar el picor y la descamación de la dermatitis seborreica, o la bacteria Staphylococcus aureus, incrementando el riesgo de infecciones en el cuero cabelludo. Además, el cabello húmedo es extremadamente sensible a la fricción y al roce de la almohada, lo que acelera su daño.
La dermatóloga insiste en que no es necesario mojar ni lavar el cabello en cada ducha de alivio. Para quienes sí lo hacen, la recomendación es clara: secar el pelo antes de acostarse.
Lo ideal es usar una toalla de microfibras sin frotar y, si es necesario, terminar el secado con un secador de aire frío, ya que el pelo mojado es más frágil y propenso a enredarse y romperse. Para desenredar, se aconseja usar un peine de púas anchas y siempre empezar por las puntas hacia las raíces.

