Redacción. La llegada del invierno trae consigo una caída de las temperaturas que impacta directamente en nuestra piel, pero existen dos zonas especialmente vulnerables que a menudo descuidamos: las manos y los labios.
Estas «herramientas» de comunicación y contacto son las primeras en sufrir el rigor del frío, la sequedad ambiental, el uso frecuente de alcohol en gel y el contacto con agua caliente. Cuidarlas no es meramente estético, sino un acto fundamental de salud.
Según la cirujana y especialista en medicina estética, Johanna Furlan, el cuidado debe ser integral y consciente.
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Hidratación y nutrición
El primer paso para combatir la resequedad invernal comienza desde adentro. La especialista subraya que, aunque sintamos menos sed con el frío, la ingesta de agua no debe disminuir. Además, la dieta juega un papel crucial en la reparación celular. Furlan recomienda incluir alimentos ricos en ácidos grasos esenciales (como el salmón o las nueces), vitamina E (espinaca y almendras) y zinc (legumbres) para mantener la piel flexible y prevenir fisuras.
Consejos
Si bien el instinto nos lleva a aplicar bálsamos, la experta advierte cautela con los remedios caseros. Sugiere optar por soluciones probadas:
Baño de manos reparador: Sumergirlas en agua tibia con avena y unas gotas de aceite de almendras, seguido de una crema humectante.
Mascarilla labial: Aplicar una mezcla de miel pura y aceite de coco antes de dormir para una hidratación profunda.
Exfoliación semanal: Usar una mezcla de azúcar y aceite de oliva, evitando las zonas con heridas abiertas.
Es fundamental evitar productos labiales con mentol, eucalipto o alcanfor, ya que pueden intensificar la sequedad, y usar guantes con forro de algodón para proteger las manos de la lana.
Consulta
Furlan también destaca el valor de la circulación y la relajación. Dedicar cinco minutos diarios a ejercicios de yoga facial y estiramientos de manos no solo tonifica, sino que mejora el flujo sanguíneo, manteniendo la elasticidad.
Finalmente, la especialista advierte: si la resequedad, el ardor o las grietas persisten a pesar de los cuidados, es imprescindible consultar a un dermatólogo. Estos síntomas podrían ser indicio de una dermatitis o una deficiencia nutricional que requiere tratamiento médico.
