José Eduardo Martell Castro
“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”. Khalil Gibran
En el devenir de la vida, nos toca transitar diversas avenidas que nos van generando experiencias, algunas más gratas, algunas más amargas, que sirven de manera inequívoca para forjar nuestro carácter, nuestra personalidad y nuestra templanza.
La familia Rosenthal está pasando por momentos muy difíciles, muy complejos, quizá uno de los momentos más complicados vividos por ellos, como consecuencia de una decisión del departamento del Tesoro de los Estados Unidos de nominar a Jaime Rosenthal y su hijo Yani Rosenthal, como Traficantes de Narcóticos Especialmente Designados conforme a la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico (Ley Kingpin), y sus consecuencias derivadas en Honduras.
Respecto del accionar del Departamento del Tesoro poco podemos decir. Es una decisión de una envergadura trascendental, enorme, que prejuzga y ocasiona enormes daños a los señalados, aún a falta de sentencia firme de un tribunal, pero que no deja de ser una decisión soberana de un Estado sobre el cual no podemos incidir. Aspiramos a que los principios y derechos más elementales, como el principio de presunción de inocencia y el respeto al debido proceso –al que todos tenemos derecho de gozar-, les sean respetados.
En relación con las decisiones tomadas en Honduras, podemos decir algo más, sobre todo porque vienen propiciadas como consecuencia de decisiones tomadas por otro Estado, y dictaminadas por instituciones que certificaron durante los últimos años el buen y correcto procedimiento de las empresas hoy liquidadas o aseguradas. En esa línea, nos parece que la administración Hernández ha rebasado una línea y unos límites sobre los cuales no va a poder dar marcha atrás, y que a la postre le pasará factura. De esto no me cabe la más mínima de las dudas. Es probable que la operación de Banco Continental, en el contexto de la decisión del Departamento del Tesoro, fuese muy difícil, pero la decisión de liquidarlo forzosamente nos parece abrupta y maliciosa.
Ni decir de la determinación del Ministerio Público de dictar el aseguramiento sobre más de sesenta empresas y bienes, para ser administrados por la tenebrosa OABI, pues muchos de ellos fueron adquiridos hace más de veinte o treinta años. Habrá tiempo, con mayor información, para conocer las verdaderas motivaciones que propiciaron tales decisiones, algunas legítimas y otras –a mi juicio las más-, no tanto, pero la sensación de indefensión e impotencia que deja el proceder de algunas instituciones públicas es evidente en la sociedad hondureña. Motivo de otro artículo será el analizar las dramáticas consecuencias que sobre la economía nacional y la economía de miles de personas tendrán estas decisiones.
He de establecer que con la familia Rosenthal me une una estrecha relación de amistad y cariño, construida a lo largo de los últimos años, a través de los cuales he podido conocer su capacidad de trabajo, su visión empresarial desarrollada durante más de ochenta años, pero también su lealtad y solidaridad. Hoy, como no podía ser de otra manera, no puedo más que expresar mis más profundos sentimientos de solidaridad y acompañamiento para con don Jaime y Yani, sus esposas hijos e hijas y demás familiares, y expresar mi confianza y deseo de solución pronta de éste complejo asunto.
No podía dejar de un lado referirme a Diario Tiempo, periódico en el que durante los últimos cuatro años he tenido la dicha de poder expresar libremente mis criterios y pensamientos, sin el más mínimo indicio de censura, algo toral en toda democracia. Exigimos a las autoridades competentes a garantizar la subsistencia de este medio, como garantía del sistema democrático, pero también como medio de salvaguardar la estabilidad laboral de cientos de empleados. Estaremos vigilantes.
*Abogado y catedrático universitario
Twitter: @MartellPLH
