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martes, abril 16, 2024

DE LA CORRUPCIÓN A LA DESCONFIANZA

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MELVIN MARTÍNEZ

La corrupción tiene múltiples “daños colaterales”. Sin duda hay mucha gente, la más pobre de nuestra sociedad que es víctima sin darse cuenta: Los y las que consumieron pastillas de harina y vieron como sus males se agravaron, hasta la muerte en muchos casos.

Seguro miles de pacientes de los centros de salud, hospitales públicos y del Instituto Hondureño del Seguro Social dijeron: “Esta medicina no me llega, no me hace efecto”, mientras los que especularon con la venta de medicamentos adulterados, en calidad y precio, disfrutaban el crecimiento de su fortuna.

Casi todos los ciudadanos y ciudadanas de este país, sufrimos un” daño colateral” de la exagerada corrupción de nuestros gobernantes y sus cómplices más cercanos.

Pero hay un efecto de la corrupción del que quiero ocuparme por la poca atención que le hemos puesto: Como consecuencia de la corrupción extrema, practicada por funcionarios de alto nivel del actual gobierno, se está fortaleciendo una especie de subcultura de la desconfianza, de la incredulidad, del escepticismo, de la sospecha, que está destruyendo la política y a los políticos.

Esa subcultura que se recoge en frases como: “Todos los políticos son iguales, Todos los políticos son ladrones y corruptos” y que se fortalece con la enraizada práctica de la impunidad, ahora con dosis evidentes de cinismo. Esa impunidad que hace cada vez más fuerte la indignación y el sentimiento popular de desconfianza e incredulidad en los políticos y gobernantes. Esa impunidad que peligrosamente se cobija en show mediáticos de capturas y encarcelamientos de corruptos de altos vuelos, ligados al gobierno, hospedados en celdas en algunos batallones, que más parecen habitaciones de lujo de un hotel de montaña. Esa impunidad que es promovida por la filosofía cómplice de “borrón y cuenta nueva” o de las condenas suaves para los poderosos con actos de corrupción comprobados.

Ese trato preferencial a los corruptos ligados al gobierno que contrasta con las condenas y trato inhumano a los ladronzuelos callejeros también indigna y hace crecer esta subcultura de la desconfianza, de la incredulidad, del escepticismo y de la sospecha.

La corrupción está destruyendo la confianza entre unos y otros, fortaleciéndo además la costumbre de la desacreditación por sectarismo partidario a través de los medios masivos de comunicación, especialmente de los medios ligados al gobierno o al partido de gobierno.

En esta subcultura de la desconfianza, de la incredulidad, del escepticismo y de la sospecha nadie se salva. Ya los liderazgos políticos están debilitados en extremo.

La negación del gobierno a que se instale la CICIH, como en Guatemala, demuestra la culpabilidad manifiesta de los gobernantes y hace que la ciudadanía, aun las personas de estratos populares que militan en el partido de gobierno, encarnen esa desconfianza, incredulidad, escepticismo y sospecha de esta subcultura generada y fortalecida por la corrupción.

La corrupción va destruyendo todo lo que se le acerca, principalmente a los políticos, que tienen el don de destruirse entre unos y otros.

En el caso de Honduras también se destruye la poca confianza que quedaba en organismos internacionales como la ONU y la OEA, que se han convertido en cómplices de los corruptos.

El sistema político injusto en que vivimos está siendo destruido por la corrupción, esto es lo único bueno. El sistema de desigualdad, adaptado a favorecer los intereses de los más poderosos se debilita y empieza a caer.

Es necesario generar liderazgos nuevos, construir liderazgos en la perspectiva de transformar de raíz las estructuras políticas de la nación.
Hace mucha falta terminar con los gérmenes de la corrupción desde la infancia. La familia tiene una desafiante tarea.

Es urgente reeducar a los políticos en la perspectiva del bien común, la equidad y la justicia para reconstruir la confianza de los ciudadanos en sus dirigentes. Esto llevará un buen tiempo si el pueblo no aprende a identificar a los corruptos metidos en política, independientemente del partido político que sea.

Esta tarea de refundar la patria será larga y dolorosa si los ciudadanos no dejan de practicar ese acto de corrupción tan dañino de vender su conciencia por un puñadito de dinero cada vez que hay elecciones, deben recordar que esos billetes que les dan, a cambio de su voto, son producto de la corrupción que produce muerte y de la que la mayor parte del pueblo sufre las consecuencias.

melvinadalidmr@gmail.com

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