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jueves, marzo 28, 2024

De Gobiernos Tiranos y Comisiones Internacionales…

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Alexandra Hidalgo

Se entiende por tiranía, la forma de gobierno en la que el gobernante ejerce un poder total o absoluto, no limitado por las leyes, especialmente cuando obtiene ese poder por medios ilícitos. Indudablemente la corrupción es siempre parte de la tiranía y el centro de la tiranía es la compulsión, es decir, el hecho de obligar a alguien a que haga lo que no desea, ejerciendo la fuerza/autoridad. Esa compulsión es como un impulso irresistible de actuar al margen de la racionalidad de la motivación y lleva a la obligación de proteger a los poderosos de la incomodidad de la divulgación pública, alimentando aún más el abuso y la negligencia.

Los tiranos se toman por la fuerza o mediante estructuras de lavado de activos, lo que otros han producido o aportado y lo utilizan para mantener su poder; eluden la Constitución o la manipulan a su antojo, inundando el sistema político con tanta normativa anti-constitucional que los opositores tienen dificultad para decidir por dónde empezar a combatirlos. Tratar de defenderse resulta inútil, pues el sistema está saturado de jueces que forman parte de las estructuras mediáticas, económicas y políticas que apoyan la tiranía. Los jueces justos y respetuosos de las leyes que no sucumben ante sobornos o tráfico de influencias son apartados de sus cargos o de los casos de interés para los tiranos pues, bajo ningún concepto, tienen espacio en un sistema corrupto.

La mayoría de los ciudadanos que votaron en las pasadas elecciones por el Partido Nacional, lo hicieron pensando en tener una sociedad más justa, abrazando la ilusión de que el futuro gobernante trazaría políticas para conseguirla. El lema del entonces candidato a la presidencia por ese partido, “Haré lo que tenga que hacer”, definitivamente sembró confianza en su momento. Sin embargo, hemos venido viendo cómo ese lema no se ha aplicado precisamente al bienestar de la ciudadanía. Muy por el contrario, este lema se ha aplicado más bien en la defensa y protección (por acción o por omisión) de la corrupción y la impunidad imperante en el país.

A pesar de todo, hay muchos de esos ciudadanos que votaron por el Partido Nacional, que aún no ven o no quieren ver  lo que está pasando. Eso es justamente lo que el gobierno pretende. Hasta la fecha, mediante el uso del lenguaje, ha querido ponernos anteojos pintados del mismo color que el cielo y convencernos de que al usarlos, estamos viendo todo el panorama, cuando en realidad nos estamos perdiendo la mitad de la imagen. Nuestro gobernante quiere que nos acostumbremos a una «zona de confort» para que adoptemos una posición que implique la menor discusión y confrontación posible; una zona en la que no debemos discrepar demasiado, y en la que podamos todos al menos fingir que nos llevamos bien.

Pero, ¿cuándo nuestro gobernante hará lo que tenga que hacer para el bienestar de la ciudadanía? No para que parezca que estamos bien, sino para que en realidad lo estemos. Como contribuyente yo estaría más que feliz de pagar más impuestos si eso significase que tendríamos mejores escuelas y hospitales, y una sociedad más justa. Esto solo es posible cuando existe voluntad política y cuando la ciudadanía tiene confianza en sus gobernantes. No, no estoy hablando de cosas imposibles, después de todo así es como funciona la mayor parte de los países escandinavos.

Sin embargo, cuando un gobierno es corrupto los ciudadanos perdemos la confianza y es cuando muchos deciden dejar de pagar impuestos, después de todo, piensan, ese dinero no llega a las personas que lo necesitan…
¿Qué podemos esperar pues, los hondureños, cuando nuestro gobernante ha confirmado que su partido recibió dinero que era del IHSS, sin que hasta la fecha el dinero haya sido devuelto? ¿Acaso podemos esperar que los responsables de recibirlo tengan algún tipo de sanción? ¿Podría un sistema local/nacional conformado y dirigido por las mismas personas que han permitido el saqueo de nuestras instituciones, ser el ente encargado de combatir la corrupción y la tiranía? Es precisamente por este tipo de inconsistencias, que estamos en todo nuestro derecho de exigir un organismo internacional que nos ayude con nuestro sistema legal, pues consideramos que de lo que se trata, es de desarrollar un sistema legal que le de herramientas a los ciudadanos.

Es por ello que la instalación de la CICIH no es negociable, su aceptación por parte del gobierno sería una muestra de respeto hacia los ciudadanos que diariamente trabajamos y contribuimos al desarrollo de nuestro país, un paso en la dirección correcta para acabar con la corrupción y la impunidad y una pequeña luz para recobrar la confianza en nuestros gobernantes.
Alexandrahidalgo@outlook.com

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