Por Patricia Murillo Gutiérrez.-La pequeña Darah Girón Fúnez, a sus escasos meses de vida, está nucleando un altruismo de ida y venida poco usual en nuestra Patria y diría fuera de nuestras fronteras, pues esta bebita concita amor, solidaridad y sobre todo comunicación compartida de sufrimiento y la esperanza.
En un país donde la crisis no solo es ambiental porque aquí la tierra, aire y aguas están contaminadas y porque se están volviendo los bienes comunes, la más vulgar mercancía que se la pelean a bala limpia, sino veamos el caso de Berta Cáceres, los más insaciables del planeta y sus malinches hondureños.
Aquí donde la crisis rebalsó lo inimaginable y en nuestros hospitales públicos, usted vive el terror de morir lentamente, si se descuida engusanado porque se acabó el presupuesto y no existe ánimo y voluntad desde las más altas burocracias para atender eficazmente a un pueblo cada día más enfermo. Y ahora camino a la privatización grosera, porque el mercado no tiene sentimientos.
Crisis económica donde intuimos que la deuda global se acerca a los catorce mil o más millones de dólares y eso que el 2000 aterrorizamos al mundo como un país altamente endeudado.
Un país con crisis de valores, que nos llevan perder cada día, los mínimos principios para una elemental convivencia ciudadana.
De allí que el nacimiento de Darah marca con fuerza nuestros cerebros y en lo personal me deja aún más claro, como la corrupción, el derroche presupuestario y la falta de humanidad de quienes han manoseado el erario, especialmente de Salud, hizo que el embrión que era Darah, viniese al mundo afectado, porque fuimos un pueblo incapaz de poner ante el banquillo de los acusados a dos gobiernos Nacionalistas que dejaron por acción o por omisión, que el zancudo AEDES hiciera casa real en Honduras y no contento con transmitirnos el Dengue en todas sus variantes, nos crucificó con el Cikungunya y sobre todo con el letal ZIKA.
DARAH nació en mayo con Microcefalia y ese año podría cerrarse con 349 casos en el país. La enfermedad congénita que nos les permite desarrollar normalmente el cerebro por lo que le depara un futuro complejo a esos hondureñitos y hondureñitas, que nada deben a nadie.
Aquí ha habido dinero para todo, desde comprar millares de bombas lacrimógenas para rociarlas junto al gas pimienta en la humanidad de un pueblo que no se cansa de protestar ante la dictadura, hasta llenarse de camionetas y helicópteros blindados para que los nuevos dioses y diosas del Olimpo Azul, circulen llenos de felicidad y seguridad.
Aquí hubo dinero para viajar a Dinamarca a hablar dislates por varios minutos ante un Congreso Mundial de la Moda y sobre otro, hubo dolo descarado para asociarse ilícitamente para asaltar al IHSS y acabar con una institución noble que fue esperanza y salvación de millares de nacionales.
Aquí se coopto y controlo toda la institucionalidad a veces vía millonarias compras de conciencia, otras con solo 50 lempiras, pero cayeron por billete, al estilo de las más burdas estirpes dictatoriales como lo fueron las de Somoza y hoy el Orteguismo en Nicaragua. O de Mobutu Sese Seko en Zaire, Trujillo en Dominicana, Duvalier en Haití o si gusta Tiburcio Carias Andino, el mentor de los actuales en Honduras.
A esos y esas que mandan sus hijos con visa y todos los privilegios y no con coyotes como los pobres de Honduras, a estudiar o pasear al extranjero, les quedó pequeño el cerebro, les dejo de crecer la inteligencia porque no fueron capaces, No son capaces ahorita mismo de entender que nos han despojado de décadas de mediano desarrollo humano que había acumulado está débil democracia y que bajo el terror, hambre, enfermedad y falta de oportunidades que han creado, hacen agonizar a un pueblo.
Por eso que DARAH me enseña mucho a sus tiernos meses de vida, porque toca mis fibras mas humanas y solidarias y me inspira este trabajo por la gallardía, unidad, amor y sobre todo, esperanza y lucha que sus padres, sus abuelitos, sus familiares tienen huérfanos de ningún apoyo estatal, para devolver a su criatura parte de lo que este sistema injusto le arrebato.
Darah es una bebe que nació con Microcefalia, producto del virus del Zika, una enfermedad que pudo ser controlada con sistemas efectivos de prevención, no chabacaneando diciendo que el Zancudo se mata así, dando palmaditas, pues para eso sostenemos un elefante azul llamado Ministerio de Salud Pública.
Pero no, no hubo dinero, seguramente ni interés y mucho menos capacidad para atajar de raíz esta anunciada epidemia que tan graves consecuencias trae a seres inocentes, que nunca debieron pagar la maldad y desamor al pueblo de los que llegaron como Atila, rey de los Hunos, que donde pasaba no dejaba nada en pie.
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Pero tanta perversidad no ha sido capaz de doblar a Cristian y a Claudia, sus queridos padres, que han tenido la sapiencia y la visión altruista de querer cooperar con otras familias de bebes microcefálicos, con acciones más que palabras, entre ellas la creación de la página Mi Vida con Microcefalia, donde están canalizando información útil, testimonios e incluso cooperación para otras madres de menos recursos económicos y educativos con sus bebés con este mal. Como apoyo a una joven madre de 16 años que tuvo gemelitas microcefalicas.
Mis respetos familia de DARAH que Dios les siga dando esa fortaleza digna que tienen para que el destino de su bebita este saturado de amor y potenciar así sus fortalezas.
Animo Cristian y Claudia, que no les deprima la malsana curiosidad humana que seguramente posara sus ojos lastimándoles con sus prejuicios y morbosidad, cuando cruzan sus miradas hacia su hijita.
Aquí no cabe lo que no deben nunca hacer como padres y sé que jamás lo harán: rendirse y dejar de luchar ante cualquier incertidumbre. Ustedes, Sagrario su abuelita mi amiga y todos sus familiares nos dan más lucidez y nobles sentimientos para seguir trabajando por un país que pronto brinde a la infancia y otros ciudadanos con retos especiales, un sistema sanitario integral porque tienen todo el derecho y no es con migajas que lo van a resolver, los que si tiene microcefalia de valores y moral, HOY en el poder.
