Redacción. Daniel Andrés es un artista emergente que se está abriendo camino en el mundo de la música con una pasión genuina y un enfoque sincero.
A diferencia de muchos otros en la industria, él no busca la fama ni el reconocimiento (claro si se cruzan en el camino se molesta), sino que se centra en la creación de canciones que le permitan expresarse y conectar con sus emociones más profundas.
Para Daniel Andrés, la música es una forma de terapia, una manera de plasmar sus sentimientos y pensamientos más íntimos en melodías que fluyan naturalmente. Con 25 años este hondureño ya goza de popularidad en las redes sociales -sobre todo en TikTok-.
En exclusiva para Diario Tiempo nos reveló todo sobre su crecimiento personal, sus pasos en la música y otros detalles muy interesantes.
La Entrevista
Pregunta. ¿Cómo te involucraste en la música?
Respuesta. En el colegio era malo en deportes, pero me gustaba escuchar rock. Eso siempre te empuja un poco a intentar aprender a tocar un instrumento.
P. ¿Cómo describirías tu estilo musical?
R. Sólo soy yo fallando en el intento de parecerme a mis ídolos.
P. ¿Cuál ha sido tu canción favorita de grabar, hasta ahora?
R. Ninguna. Grabar es muy tedioso para mí. Sin embargo, disfruto mucho componer y grabar es un paso más en el proceso de crear música; por lo tanto, debe hacerse.
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P. ¿Qué te inspira a la hora de escribir tus canciones?
R. Evito depender de la inspiración. Me gusta definir desde antes sobre qué quiero escribir, el género de la canción y algún que otro elemento clave como «quiero usar cierto tipo de sintetizador» o «quiero hacerlo con guitarra acústica». Al poner límites sobre lo que quiero hacer, siento que es más fácil enfocarme sin depender de un día inspirado.
P. ¿Cuál es tu canción favorita de todos los tiempos?
R. No tengo, estoy constantemente cambiando de opinión.
P. ¿Cómo fue tu primera presentación en vivo?
R. No sé si cuentan las veces en las que toqué en la iglesia de mi colegio. Si es así, puedo estar seguro de que toqué bastante mal y todo sonó horrible.
P. ¿Cómo has tratado de hacer una diferencia en el mundo a través de tu música?
R. No me interesa hacer una diferencia en la música. Considero que todos somos el resultado del contexto histórico en el que estamos, y no intento forzar un legado cuya existencia puede que ni siquiera dependa de mí.
Simplemente estoy intentando crear música que le gustaría a Daniel si no hubiera decidido hacer música y, en el proceso, si surge la posibilidad de hacer un cambio, pues bienvenido sea. Pero mis ganas de crear no nacen ni de mi ego ni de una intención por destacar.
P. ¿Cuál es tu canción más personal?
R. Tal vez sería ‘¿Podría?’.
P. ¿Cuál es el show o concierto más memorable que has hecho?
R. El Alive Fest de 2023 fue una linda experiencia. Fue mi primera presentación. Yo abrí el segundo día y pasaron muchas cosas: pruebas de sonido atrasadas, cambios en el tiempo de presentación, se fue la luz mientras yo estaba tocando (jajaja). Fue un día entretenido.
P. ¿Hay algún artista con el que te gustaría colaborar en el futuro?
R. Actualmente no tengo planes de colaborar. Me gusta ir por mi línea y suelo ser muy mandón cuando trabajo con otras personas (jajaja). Pero creo que trabajar con mis amigos de Radiophobic sería interesante en un futuro.
P. ¿Cuáles son los desafíos de ser artista en Honduras?
R. Los mismos que en todos los países del mundo. La gente tiene esta percepción de que Honduras es un agujero negro donde cualquier atisbo de talento es aplastado por falta de oportunidades, pero la realidad es que en las etapas iniciales de ser un artista (que es donde yo estoy), nadie obtiene lo que cree merecer.
Entre los desafíos universales de ser músico, los dos principales son crear la música y difundirla y nunca en la historia ha sido tan fácil hacer ambas cosas como hoy en día. Las redes sociales te permiten difusión a costo cero, y los celulares y computadoras modernas te permiten resultados que en los años 80 o 70 sólo podrías obtener invirtiendo miles de dólares en estudios que, por lo general, se encuentran en países del primer mundo.
Con estos dos problemas resueltos, surge el problema que hace que la gran mayoría fracasemos: la guerra por la atención. Hoy en día la creación de contenido que hace algunas décadas únicamente les correspondía a grandes cadenas de medios, disqueras o productoras de cine se ha democratizado hasta el punto en que un grupo de adolescentes en África puede grabar una película completa en un iPhone, editarla con un editor de video gratuito y subirla por un costo de 0.00 a YouTube.
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¿Qué quiero decir con esto? Que hoy por hoy es tan fácil producir contenido que al día producimos más contenido que durante los primeros 10,000 años de civilización humana. Vuelvo y repito: eso cada día. Y es precisamente en esa inmensa cantidad de información donde miles de canciones diariamente son pasadas por alto y miles de músicos que tal vez tienen el potencial de ser muy buenos se vuelven una estadística más.
La única forma de sobrevivir a eso es seguir trabajando e intentar mejorar, no solo en lo musical. La capacidad para conectar es un pilar de cualquier carrera artística, claro, si eso es lo que se busca, y, aun así, nunca habrá garantías de éxito. Como dije antes, todos los músicos del mundo se enfrentan a los mismos desafíos y compiten por el mismo objetivo de ser escuchados, conectar y materializar eso con una carrera satisfactoria.
P. ¿Cuál es tu opinión sobre el estado actual de la industria musical?
R. Los músicos están más ocupados compitiendo por atención en redes (me incluyo ahí), enfocando todo su esfuerzo en crear de la mejor manera posible con las herramientas fantásticas que existen hoy. Sin embargo, eso no significa que no sea una época maravillosa para hacer música. Hay muchos géneros, tanto emergentes como populares, que tienen exponentes increíbles y gente talentosísima en todo el mundo.
P. ¿Cuál es tu mayor meta como artista?
R. Como considero que el arte está en el terreno de lo cualitativo, lo subjetivo y lo abstracto, para mí es imposible medir mi arte por medios cuantitativos como cifras de reproducción o seguidores y vistas en redes sociales. Por lo tanto, los récords y los premios quedan descartados como una meta honesta conmigo mismo.
Simplemente quiero seguir creando y que cada obra pueda conectar de la forma correcta con el público correcto, porque tampoco me interesa gustarle a todo el mundo. Prefiero que una de mis canciones verdaderamente signifique algo para 100 personas, que conecten con ella y les permita encontrar belleza en sus emociones y sus experiencias propias, a que simplemente le parezca “buena” a un millón de oyentes anónimos en Spotify que la van a escuchar hasta quemarla y, en un mes, la van a borrar.
Eso es lo que quiero para mi arte. Ahora, si hay algo que me interese lograr para mí, sería ser recordado con cariño y como una persona que ama lo que hace.
P. ¿Se puede vivir de la música en Honduras?
R. Es difícil, como básicamente cualquier cosa que se haga en Honduras. Pero si se tienen los pies en la tierra, la cabeza amueblada y un proyecto musical que funcione a largo plazo, no veo por qué no.
P. ¿Quiénes son tus mayores influencias musicales?
R. Suelo considerar varios aspectos. En lo técnico, mi forma de tocar y cantar suelo tener influencias clásicas como Eric Clapton en la guitarra, y en la técnica al cantar, me gusta pensar en cantantes como Morrissey o Jim Morrison.
En la parte compositiva intento emular las cualidades de mis artistas favoritos de la actualidad, como Alex Turner, vocalista de Arctic Monkeys, Hozier y otros referentes como Jeff Buckley, que es mi descubrimiento de este año y estoy tratando de aprender lo más que pueda sobre él y su música.
Ya en la producción no me interesa complicarme la vida. Al ser este un aspecto técnico que no domino, mis referentes son artistas locales como Chía Casanova, cuyo sonido considero que tiene un toque único y es por la misma razón por la cual trabajo con él al momento de producir mis canciones.
P. ¿Qué es lo que más te gusta de estar en el escenario?
R. No tengo tanta experiencia como quisiera sobre los escenarios, pero me gusta llegar a ese estado de flow donde olvido y me desconecto del público.
La gente suele pensar que cuando estás ahí tienes que ser un animador que está constantemente “moviendo” a la gente, pero la realidad es que, cuando interpreto mi música, necesito conectarme con la misma para que dicha interpretación tenga verdadera emoción, lo cual es mi objetivo principal como intérprete. Ya después dependerá de muchos otros factores, pero, sobre todo, del público conectarse con lo que están atestiguando.
P. ¿Qué ha sido lo más loco que te ha pasado al estar en el escenario?
R. Se fue la luz. Gracias, ENEE (Empresa Nacional de Energía Eléctrica).
P. ¿Cómo te mantienes creativo y evitas la monotonía en tu música?
R. Consumir arte es muy importante, no sólo música; se necesita indagar en la literatura, las artes escénicas o las artes plásticas. Si bien cambian las formas, el fin siempre es contar una historia, y al consumir historias tan diferentes en su forma y desarrollo, eso te permite contar con un repertorio de recursos que pueden sacarte de nudos creativos.
P. ¿Cuál es el mayor sacrificio que has tenido que hacer para perseguir tu carrera musical?
R. El tiempo es probablemente el sacrificio que todos tenemos que hacer por cualquier cosa, y la música necesita muchísimo tiempo: muchas horas al día trabajando en componer, ensayar, producir, publicar música, organizar eventos. Pero, al final, es lo que mencionaba: todo proyecto necesita que sacrifiquemos mucho tiempo en él.
P. ¿Qué te hace sentir más orgulloso de tu carrera musical?
R. Que me gustan mis propias canciones. Si no reconociera mi voz y me descubriera en Spotify, me escucharía día y noche.
P. ¿Cuál es la mejor lección que has aprendido durante tu carrera?
R. Hacer música no deja lecciones importantes. Cualquier lección que he recibido la he recibido de la vida, y es ahí cuando dichas lecciones repercuten en mi arte, no al revés.
Vea el vídeo:
P. ¿Cómo surge la canción ‘El mismo aire’?
Había hablado con Chía para producir una canción; nos reunimos y empezamos a trabajar una progresión de blues a la que él fue agregando sonidos más modernos. Después de eso, como no me gusta escribir con gente y prefiero hacerlo a solas, decidí ir a mi casa y explorar ideas.
Cuando escribo me gusta escuchar detenidamente a los artistas que definí como mis referencias. En este caso di con la canción ‘Talk’ de Hozier y sentí que transmitía una atmósfera similar a la que habíamos trabajado esa tarde en el estudio. Al ser una canción que habla de sexo, no me pareció difícil emular un concepto interesante. Fue entonces cuando, tarareando y probando di con la frase «el mismo aire».
Comencé a construir alrededor de eso la idea de que, cuando dos personas tienen sexo, básicamente forman un solo cuerpo. Menciono múltiples cosas durante la canción, como piel, nervios, sudor o «el mismo aire», y nunca hago la separación entre a quién le pertenece cada cosa, porque en ese momento son dos individuos hechos uno. Siempre es «el mismo aire», «nuestro sudor», «nuestra piel», etc., lo que se repite hasta llegar al puente, donde se enfatiza que es en ese momento cuando se vuelven uno.
P. ¿Planeas vivir de la música o sólo es un pasatiempo?
R. Considero que, en este punto de mi vida, todo lo que hago son pasatiempos y no soy el tipo de persona entregada a una sola disciplina. Considero que si decidiera vivir exclusivamente de la música no sería problema.
Sin embargo, como artista, considero que encasillarme en una sola actividad es nocivo para la creatividad y el disfrute de hacer eso que a uno le apasiona, por lo tanto, no me interesa a largo plazo. Quiero probar otras disciplinas que me permitan nuevas perspectivas, tal vez incluso que no estén relacionadas con el arte.
P. ¿Qué consejos le darías a alguien que quiere seguir tus pasos en la música?
R. Que disfruten el proceso.