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jueves, abril 18, 2024

«Cuando ustedes nos digan, procedemos”: incineran a hondureña Erika Mejía en España

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HONDURAS. Luego un mes y medio hospitalizada en dos centros diferentes y una operación sin precedentes de la sistema sanitario de España para salvarla, la hondureña Erika Mejía fue incinerada en ese país 24 horas después de morir a causa del Covid-19.

“Cuando ustedes nos digan, procedemos”, le dijeron a la familia de Erika, que contemplaba su féretro a través de una cristal en la «sala de despedidas». Sobre su ataúd, una fotografía de nuestra compatriota.

Cuando los encargados de la cremación iniciaron, las hermanas de Erika Mejía activaron sus teléfonos móviles y comenzaron a transmitir por videollamada a sus parientes en Honduras, así lo reveló El País de España. «Te vamos a echar de menos, mamá. Nunca te vamos a olvidar», decían.

Los empleados fúnebres, sin que se les diera un permiso tal cual, pero sí luego de un lapso prudencial, abrieron las compuertas del horno e introdujeron el féretro. Al cerrarse de golpe se tragó la caja de madera. Se hizo silencio unos segundos. También al otro lado del teléfono.

Momento en el que introducen el féretro con el cadáver de Erika Mejía en el crematorio. Su familia retransmitía el momento para las hijas de la fallecida, que viven en Honduras.
Momento en el que introducen el féretro con el cadáver de Erika Mejía en el crematorio. 

Alma, una hermana de Erika, es cristiana evangélica. Por tanto, unas horas antes llegó a la sala el pastor Edward Zacarías, representante de la Iglesia Paz y Vida. El líder se hizo presente a la despedida de Erika, quien una que otra vez se cruzó por su iglesia, aunque nunca mostró el fervor y la convicción de su hermana, Alma.

El mismo Zacarías estuvo infectado de Covid-19 en marzo y también pasó unos días en la Unidad de Cuidados Intensivos. «Yo le doy gracias al Señor porque yo estuve en un estado grave. A mí me despidieron. Pero uno no se muere cuando el diablo quiere. Uno se muere cuando Cristo decide que llegó la hora», dijo Zacarías.

De su lado, el equipo asistencial de la UCI mandó un mensaje a través de las redes sociales para tratar de reconfortar a sus familiares, a los que estaban presentes y a los que seguían el funeral por streaming: «Erika no murió sola. Estuvimos con ella hasta el final».

Y claro que sí, la connacional no murió por negligencia. De hecho, cuando su estado de salud empeoró, la trasladaron en helicóptero desde el Hospital Universitario de Guadalajara hacia el Hospital Puerta de Hierro, que estaba colapsado de enfermos. La operación no fue nada fácil.

Ciudadanos españoles se percataron del esfuerzo el sistema sanitario estaba poniendo para que Erika se recuperara, al grado que, una de cuatro mujeres que observaban la escena en la puerta del hospital, dijo «Debe de ser alguien importante».

La misa en honor a Erika se celebró ayer lunes en el tanatorio de Guadalajara, España, a las 5:30 de la tarde. «La muerte es la puerta a la felicidad», dijo un cura. Aunque la frase no tuvo efecto entre los presentes.

Responso en la capilla católica por Erika Mejía, este lunes en Guadalajara.
Responso en la capilla católica por Erika Mejía, este lunes en Guadalajara.

Cronología de su estado de salud

Erika Mejía tenía 37 años y sufrió insuficiencia respiratoria tras contagiarse de la Covid-19. Su fue crítico el 17 de abril. El respirador ya no era suficiente para mantenerla viviendo.

Justo en ese momento se abrió un hueco en la unidad ampliada del Hospital Puerta de Hierro y se decidió mover a un grupo de profesionales en helicóptero y por carretera para realizar uno de los traslados de pacientes más complejos hechos durante la pandemia, destacó El País de España.

El equipo de médicos y enfermeras colocó a Erika un Ecmo, un soporte artificial que sustituye la función que el pulmón no puede hacer. En caravana la trasladaron de madrugada a Madrid. De no haberlo hecho, habría fallecido en cuestión de horas. En el Puerta de Hierro estuvo sedada casi 30 días, esperando a que el estado de sus pulmones mejorase.

Los médicos eran optimistas debido a su edad. Sin embargo, el sábado pasado fueron conscientes de su gravedad y avisaron a su familia de que tan solo le quedaban unas horas más. Murió el domingo a mediodía. El jefe de la UCI del Puerta de Hierro, Juan José Rubio, creía que la obesidad de Erika podría ser un factor por los que la enfermedad la golpeó con tanta dureza.

A Alma una médica le avisó ese mismo sábado que su hermana estaba a punto de fallecer. Alma se guardó la noticia para sí. La vivió en soledad. Ni siquiera les avisó a las tres hijas de Erika que viven en Honduras. En realidad, no lo compartió con nadie. Al día siguiente recibió otra llamada. Tuvo un presentimiento, sabía qué le iban a decir, así que no contestó, sino que sino que dirigió hacia el hospital. «Si es la voluntad del Señor, que así sea», pronunció.

Hasta que regresen a Honduras, sus cenizas estarán junto a la tumba de su antigua empleadora

El último trabajo de Erika Mejía fue como asistenta de hogar. La persona para la que trabajaba, Inés Samaniego, la tenía contratada a media jornada. Antes de trabajar para Inés, lo hizo para la mamá de ella, quien se llamaba Milagros Centenera.

Nuestra compatriota vivió en la casa de la anciana hasta que murió, de modo que, en noviembre de 2018 se quedó sin empleo. Fue ene se momento que Inés, hija de su antigua empleadora, requirió sus servicios.

Los primeros síntomas de la hondureña fueron dolor de oído, estómago, mareos, mucha fiebre y dificultad para respirar. Todo esto ocurrió en pocos días. Y ahora, según informó El País, sus cenizas aguardarán junto la tumba de Milagros hasta que sus familiares decidan enviarlas a su nación natal.

FUENTE: EL PAÍS DE ESPAÑA

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