Redacción. La enfermedad de Parkinson es una afección neurodegenerativa progresiva que afecta a millones de personas en todo el mundo. Sus síntomas evolucionan con el tiempo y varían de una persona a otra, pero la medicina cuenta con herramientas estandarizadas para clasificar esta progresión.
Una de las más utilizadas es la escala Hoehn y Yahr, que divide el avance del Parkinson en siete etapas clave, permitiendo a los profesionales de la salud monitorear el desarrollo de la enfermedad y ajustar el tratamiento según las necesidades del paciente.
La escala Hoehn y Yahr, parte del Sistema Unificado de Evaluación de la Enfermedad de Parkinson (UPDRS, por sus siglas en inglés), ha sido adaptada desde su versión original de cinco etapas para incluir las fases intermedias 1.5 y 2.5. Este nivel de detalle mejora la precisión del diagnóstico y el manejo clínico.
Cada etapa describe cambios específicos en los síntomas motores, como temblores, rigidez y problemas de equilibrio, que permiten a los médicos identificar en qué punto del proceso se encuentra el paciente.
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Etapa por etapa: así avanza la enfermedad
Etapa 1: síntomas unilaterales y leves
Los síntomas aparecen solo en un lado del cuerpo. Suelen ser temblores leves en una mano o pierna, junto con alteraciones sutiles en la postura o el movimiento facial. En esta fase no hay discapacidad significativa, por lo que a menudo los síntomas se confunden con signos normales del envejecimiento.
Etapa 1.5: extensión al tronco
Aquí los síntomas siguen siendo unilaterales pero comienzan a afectar también al cuello o la espalda. Aunque leves, estas señales pueden indicar un avance de la enfermedad.
Etapa 2: afectación bilateral sin pérdida de equilibrio
Los síntomas se presentan en ambos lados del cuerpo, pero el equilibrio aún se mantiene. Es común notar mayor rigidez, lentitud de movimientos y cambios en el habla. Aunque existe alguna interferencia en las actividades cotidianas, el paciente suele conservar su independencia.
Etapa 2.5: primeros signos de deterioro del equilibrio
Empiezan a observarse dificultades leves para mantener el equilibrio. Los médicos realizan la “prueba de tracción” para evaluar este aspecto. Si el paciente necesita varios pasos para estabilizarse al ser empujado hacia atrás, se considera que ha llegado a esta etapa.
Etapa 3: pérdida significativa del equilibrio
Se marca el inicio de una discapacidad funcional evidente. El equilibrio está comprometido y es posible que el paciente necesite ayuda para evitar caídas. Sin embargo, aún puede realizar muchas actividades diarias sin asistencia constante. Esta fase es considerada la etapa media de la enfermedad.
Etapa 4: síntomas severos y dependencia parcial
Las tareas diarias se vuelven muy difíciles. Aunque el paciente puede caminar con ayuda, la movilidad está reducida y se vuelve necesaria la asistencia para actividades como vestirse o cocinar. En este punto, muchos pacientes pierden la capacidad de vivir de forma independiente.
Etapa 5: máxima dependencia y cuidados constantes
Es la fase más avanzada. El paciente no puede moverse sin asistencia, requiere silla de ruedas o está postrado en cama. Necesita ayuda para todas las tareas básicas y puede presentar deterioro cognitivo, alucinaciones o demencia. No todas las personas con Parkinson llegan a esta etapa.
Aunque esta escala ofrece una guía estructurada, la progresión del Parkinson no es idéntica en todos los pacientes. Algunas personas avanzan rápidamente, mientras que otras permanecen en una etapa durante años. Por eso, el seguimiento médico regular es clave para adaptar las terapias disponibles y mantener la calidad de vida.
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