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viernes, abril 19, 2024

Comprador de marihuana: «Mareros le quitaron el mercado a señora que me vendía»

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CORTÉS. Ante la situación de pobreza, decenas de hondureños se involucran en el negocio de la droga como una opción para salir adelante. Un comprador de marihuana relata cómo los mareros le prohibieron a su distribuidora, una señora de bajos recursos, vender en el sector y se apropiaron de su mercado en la zona norte.

El consumidor, al cual le llamaremos «Zumbi Palmares» para cuidar su integridad, narró dónde empezó todo y en su opinión, explica la necesidad de legalizar la compra y venta de marihuana en el país.

En sus años de universidad, con poco dinero en los bolsillos y el deseo de adquirir un poco de marihuana, Zumbi conoció a una señora. Según cuenta, «vive en una de las comunidades en situación de riesgo de SPS, al lado de un río».

«Doña Clementina comparte su humilde vivienda con hijos y nietos. Todas personas luchadoras en el difícil ambiente hondureño. La conocí a través de un amigo y le comprábamos marihuana barata, cultivada de semillas de baja calidad», explicó.

Asimismo, con el pasar de los años desarrollaron una amistad cercana. Incluso, Palmares le brindó asesoría financiera; el pequeño negocio que tenía doña Clementina fue destruido tras una potente tormenta. Vendía «chucherías», refrescos y hasta cervezas, y atendía justo al lado de su hogar.

La falta de su pequeño negocio y una familia que alimentar la introdujeron en el negocio.

En los barrios en riesgo social, niños y familias completas se ven expuestas a las pandillas. Como el caso de doña Clementina, muchos acceden a vender droga ante la falta de empleo.
En los barrios en riesgo social, niños y familias completas se ven expuestas a las pandillas. Como el caso de doña Clementina, muchos acceden a vender droga ante la falta de empleo.

«Actualmente trabajo en una de las mejores firmas financieras del país y afortunadamente ya soy capaz de costearme marihuana de mucha mayor calidad para mi consumo casual en mis ratos libres durante el fin de semana», comentó Zumbi.

Según sus declaraciones, de vez en cuando tiene ganas de fumar esa marihuana de menor calidad. En otras ocasiones se ve obligado a recurrir a ella durante el fin de mes, a raíz de algún gasto elevado e inesperado.

Dentro de la marihuana barata existen estándares o niveles, manifiesta nuestra fuente. En ese sentido, su vendedora favorita ofrecía una de baja calidad pero potente. Además el costo de unos tres gramos era de Lps. 10.00, un precio bastante cómodo.

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Doña Clementina era muy conocida en el sector. Todos sabían dónde podían conseguir su bolsita barata y una buena plática. La señora no solo distribuía, su amistad era un agrado para todos sus clientes.

Zumbi Palmares cuenta que hace unos meses volvió a la casa de sus tiempos de universidad. Estacionó su vehículo afuera de la humilde vivienda de la señora y se topó con una impactante y «agobiante» noticia.

«Los mareros le habían prohibido seguir vendiendo marihuana en su casa, bajo amenaza de muerte si no obedecía. Ellos tomaron su cartera de clientes al posicionar vendedores cerca de ahí», expresó. Agregó que la señora le contó la noticia con un tono de frustración.

Indignado, Zumbi quiso probar la «nueva mercancía». Los mareros la vendían a unas casas de distancia, era de mucha menor calidad, contenía menos y costaba casi el doble.

No obstante, también son «perezosos» para venta, comentó el consumidor. Al parecer, estos sujetos no vendían hasta cierta hora de la mañana y por la noche detenían sus funciones. En comparación con doña Clementina, ella siempre estaba disponible y recibía a sus clientes con una enorme sonrisa.

«Indagué y descubrí que este patrón se ha estado repitiendo durante el último año. Los mareros, ante el ataque frontal del gobierno y la disminución de sus ganancias por extorsión, han estado amenazando de muerte a vendedores independientes de marihuana que laboraban en puestos fijos, tomando su clientela y puntos de venta», dijo Zumbi.

Tiempo antes a los mareros no les interesaba el mercado local de venta minorista de marihuana. Sin embargo, viéndose entre la espada y la pared, le quitan el pequeño negocio a personas que viven de su comercialización.

La venta de marihuana es común en barrios de riesgo social; donde los pobladores tienen poco acceso a oportunidades de educación, salud y empleo.
La venta de marihuana es común en barrios de riesgo social; donde los pobladores tienen poco acceso a oportunidades de educación, salud y empleo.

Ante la situación, Zumbi Palmares, nuestra fuente, dio su opinión:

«Esta situación actual ejemplifica muy bien varios de los problemas intrínsecos de la prohibición, de la guerra contra las drogas. Prohibir algunos estupefacientes, como la marihuana, no detiene que estos sean comercializados.

Mientras haya una demanda, habrá un vendedor ofreciendo el producto. Lo único que logra la prohibición es convertir estos intercambios en un mercado negro, contraído; en el cual los comerciantes no están protegidos por la ley ni pueden acceder a los tribunales de justicia para hacer valer sus contratos.

La opción que queda para hacer valer los acuerdos es el uso de la violencia. Por lo que naturalmente las organizaciones criminales aprovechan un mercado negro como este, pudiendo llegar a generar un ambiente hostil y peligroso en un país.

Los comerciantes honestos que quisieran competir no tienen opción ante una amenaza de las maras. Aunque sí la tendrían en caso de que sus productos fueran legales. Uno no ve a los distribuidores de diferentes rones tirotearse entre sí, ni a los distribuidores de diferentes cigarrillos.

Por otro lado, lo que supuestamente protege la prohibición de las drogas es el derecho a la salud de los consumidores. Pero como mencioné, la guerra contra las drogas no detiene ni disminuye la venta de las mismas. No lo ha hecho en los más de 50 años que tiene de existir.

Guerra contra las drogas

Lo que hace es entregarle el mercado a organizaciones criminales que venden productos sobre los cuales los consumidores no tienen ninguna información. Con otras sustancias, como la cocaína o la heroína, muchas veces son más dañinos los químicos con los cuales reducen la pureza del estupefaciente que la droga misma y el consumidor no tiene manera de saber cuáles diluyentes usan.

De tal manera, la guerra contra las guerras es hasta peor para la salud de los adictos comparada con la legalización. El mercado de las drogas no puede ser parado; son principios económicos básicos. Más podemos ayudar a los consumidores al legalizarlas, para que sepan bien los riesgos de lo que consumen.

De esta manera también les quitaríamos el estigma social y podríamos proporcionar programas integrales de rehabilitación como en Portugal donde han logrado mucho éxito. La guerra contra las drogas debe terminar.»

Lucha contra la distribución y consumo de droga en Honduras

La lucha contra la distribución y consumo de droga en el país, ha sido prioridad para las autoridades. A pesar de los esfuerzos, los mercados siguen creciendo a nivel nacional.

Poco o cero acceso de cierta parte de la población a educación, salud y empleo, los empuja a entrar a negocios peligrosos. Desde hace algún tiempo, las pandillas han acaparado los sectores de venta, dejando sin ingreso alguno a los ciudadanos que viven de ello.

Cuando no obedecen órdenes y continúan la venta en un sector que ellos llaman «de su propiedad», suelen tomar medidas. Distribuidores minoristas son asesinados y la lucha de las autoridades se queda corta ante el negocio y la criminalidad.

¿Legalizar la distribución y consumo de marihuana es una opción para el Gobierno de Honduras? Cientos de ciudadanos esperan un sí en el futuro, pues desde hace algunos años ha sido herramienta medicinal para personas en todo el mundo.

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