REDACCIÓN. Ante la sospecha de la administración de Trump de que Huawei opera como brazo tecnológico del Gobierno chino, el gigante estadounidense dio por finalizados todos los negocios que implicaran la transferencia de productos software o hardware con la compañía asiática.
Sin embargo, quedan libres de la regulación aquellos cubiertos por licencias de código abierto. Lo que obligaría a Huawei a recurrir a ellos y poner un esfuerzo extra en corregir posibles fallos y a adaptarlos a sus dispositivos.
Para tranquilizar a los usuarios, Google anunció que, de momento, quienes tengan móviles de la empresa asiática seguirán disponiendo de los servicios de Google Play y Google Play Protect. Así que podrán continuar descargándose aplicaciones con total seguridad. El problema es que no podrán actualizar el sistema operativo Android, el que controla las funcionalidades del teléfono.
Como los nuevos Huawei no podrán instalar la última versión de Android, no tendrán acceso a las actualizaciones de apps como Google Maps o Whatsapp. Entonces dejarían de poder obtenerlas, salvo que los desarrolladores creen también versiones para los sistemas operativos antiguos. Además, los usuarios no podrán utilizar Gmail y tendrán que recurrir a otras alternativas.
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Sistema propio
Asimismo, a la finalización de acuerdos se unió Intel y Qualcomm. Lo que obliga a la compañía a expandir también su capacidad de fabricación para ser totalmente independiente; si bien es cierto que Huawei ya cuenta con sus propios procesadores (Kirin).
Una de las ventajas que ofrecían estos teléfonos era su relación calidad/precio, ya que, sin llegar a los costes de los iPhone o Samsung, ofrecen funcionalidades de alta gama dentro de la telefonía móvil.
Cabe mencionar que ante este conflicto, el precio de los dispositivos asiáticos no han reducido en el mercado.
