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viernes, enero 31, 2025

Vuelos llenos de desesperanza y destinos inciertos: comienzan las deportaciones bajo la era de Trump

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REDACCIÓN. La promesa de un futuro mejor en Estados Unidos terminó en pesadilla para miles de hondureños que, tras haber cruzado la frontera hacia Estados Unidos, ahora enfrentan un regreso forzoso a su país bajo el régimen de deportaciones implementado por el gobierno de Donald Trump. Mañana, 31 de enero, 128 hondureños llegarán en dos vuelos militares desde tierras norteamericanas.

El canciller de Honduras, Eduardo Enrique Reina, anunció que estos dos vuelos militares transportarán a estos migrantes bajo la «era de Trump». El canciller resaltó el carácter masivo de esta operación, que podría marcar el inicio de un ciclo de deportaciones más intenso.

Mientras tanto, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos ha comenzado a usar la base militar Buckley en Colorado como centro de detención para procesar a los inmigrantes detenidos. Este movimiento es un ejemplo de las medidas drásticas que se están tomando para contener la inmigración en la frontera, y marca un cambio en la estrategia del gobierno estadounidense.

Desde el 27 de enero, la base de Buckley se convirtió en la primera instalación militar de Estados Unidos destinada a procesar a inmigrantes detenidos en el contexto de la política migratoria de Trump. Bajo la supervisión del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), ICE tiene la autorización para utilizar esta base con el fin de detener y procesar a los inmigrantes antes de ser deportados.

Relatos de sufrimiento

El testimonio de Ricardo Hernández, deportado el pasado 21 de enero, ilustra el desgarrador trato que reciben los migrantes en el proceso de deportación. Para muchos, la deportación significa no solo un regreso físico a su país, sino el fin de un sueño y la destrucción de sus esperanzas.

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Ricardo Hernández, quien había dejado su hogar en Honduras un año antes para buscar mejores condiciones para su familia, relató con lágrimas en los ojos cómo fue detenido mientras firmaba su jornada laboral. A pesar de ser inocente de cualquier crimen, fue tratado como si fuera un delincuente. “Lo trataban bien feo, como si uno fuera delincuente, uno no debe nada y lo tratan como animal”, dijo.

Ricardo
Ricardo Hernández tenía lágrimas en sus ojos al recordar que su familia quedó en Estados Unidos.

Esta experiencia no solo lo dejó marcado a él, sino también a su familia, a quienes dejó atrás en Honduras en busca de un futuro mejor. “Aquí tendré que trabajar para mantenerme, para comer, porque no hice nada”, añadió, visiblemente afectado por el impacto emocional de su deportación.

El relato de Ricardo no es único. La Sor Idalina Bordignon, directora del Centro de Atención al Migrante Retornado, explica que todos los hondureños que cruzan ilegalmente la frontera estadounidense son considerados criminales. “Cuando los suben al avión hasta no pisar suelo hondureño, vienen encadenados, pies, manos y cintura. Pero luego, que entran a suelo hondureño, les quitan las cadenas. Para los americanos, todos los migrantes que cruzan de forma ilegal son delincuentes”, detalló.

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La Sor Idalina Bordignon reveló que esta semana se han recibido dos vuelos.

Esta realidad resalta la humillación y el dolor de quienes, en su desesperación, intentan cruzar en busca de un futuro digno, y que lamentan terminar tratados como delincuentes.

«No supimos lo que pasaba»

Dagoberto Portillo, otro hondureño deportado, relató cómo su experiencia en el proceso de deportación fue similar. “Me trajeron encadenado desde anoche hasta que llegamos aquí, no somos criminales”, afirmó con voz entrecortada. Portillo, originario de San Buenaventura, Cortés, forma parte del grupo de 40 hondureños que llegaron al Centro del Migrante Retornado en San Pedro Sula, luego de que los detuvieran en Texas.

La indignación y frustración que sienten es evidente en sus palabras, pues la deportación no solo implica el regreso a su país, sino también el desgaste emocional y físico de un proceso que, para muchos, se vive como una pesadilla.

Una situación aún más angustiante vivió la familia de doña María Lucía Martínez, quien viajó junto a su nieto adolescente hacia Estados Unidos.

Apenas un día después de llegar al país, decidieron acudir a Migración para regularizar su estatus. Sin embargo los detuvieron y trasladaron a McAllen, Texas. Allí pasaron días sin saber qué sucedía con su caso. “Nos tuvieron encerrados en una celda. No supimos nada de lo que pasaba”, relató doña María Lucía, visiblemente angustiada por la incertidumbre de su situación y la separación de su familia.

«Nos encadenan de pies y manos, nos tratan como lo peor y no somos criminales», dijo uno de los hondureños deportados. 

Gobierno hondureño se prepara 

Mientras tanto, la administración estadounidense sigue aplicando políticas migratorias cada vez más estrictas. En este contexto, el gobierno hondureño se prepara para recibir una nueva ola de deportaciones.

El director del Instituto Nacional de Migración (INM), Wilson Paz, también destacó que las deportaciones masivas son un fenómeno recurrente que ha marcado los últimos años. “Deportaciones masivas no ha habido desde hace dos décadas. Este ciclo de deportaciones es un ciclo que se ha estado repitiendo con constancia”, señaló Paz. También, detalló que el gobierno de Xiomara Castro ha implementado medidas para apoyar a los connacionales deportados.

Wilson
Wilson Paz aseguró que el gobierno está trabajando para prepararse por cualquier escenario con la ola de deportaciones.
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Entre estas, se incluyen bonos económicos de 100 dólares y programas de emprendimiento que otorgan hasta 1,000 dólares para ayudar a los deportados a reintegrarse a la vida laboral y económica en Honduras.

Además, el gobierno ha implementado programas como “Hermano, vuelve a casa”, con el objetivo de facilitar la reintegración de los migrantes en su país de origen. “Estamos implementando un trabajo profundo. Estamos implementando las bases para el desarrollo del país en temas de infraestructura, en la salud. Con eso estamos intentando retomar las esperanzas del pueblo para que los hondureños no se vayan. Y también, para los que ya se han ido, que vuelvan al ver las oportunidades del país”, comentó Paz.

Sin embargo, muchos migrantes enfrentan la cruda realidad de que el regreso a su país no es una solución sencilla. La falta de oportunidades laborales, la pobreza y la violencia en algunas regiones del país siguen siendo factores determinantes para que muchos hondureños sigan buscando alternativas fuera del país. En este contexto, el retorno masivo de migrantes, sin una infraestructura adecuada para su reintegración, presenta un desafío complejo para el gobierno y las organizaciones que buscan brindar apoyo.

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