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miércoles, abril 24, 2024

Ciuffardi: «Mario es inocente y los responsables son otros»

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La chilena Natalia Patricia Ciuffardi Castro fue condenada a cinco años de libertad vigilada por el noveno Juzgado de Garantía de Santiago de Chile, por la comisión del delito de lavado de activos en perjuicio del Estado de Honduras, en el caso del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).

La mujer fue sometida a un juicio de procedimiento abreviado el pasado 2015, donde se determinó mantener en firme la acusación por el delito de lavado de activos y declararla culpable y condenarla a una pena de cinco años.

¡Natalia Ciuffardi!

Un año después de esta decisión, Nathalia Ciuffardi acaparó la portada de la revista chilena Mujer de la editorial Las Últimas Noticias, en su edición del 24 junio donde compartió a profundidad su experiencia.

ENTREVISTA:

Una decena de pequeños cuadros con motivos mexicanos y otros tantos con imágenes de plumas hondureñas llenan las paredes de la casa de Natalia Ciuffardi, en el Condominio Los Bellotos, de Puente Alto.

La propiedad de tres pisos y un auto fue lo único que no perdió después de ser condenada en Chile por el delito de lavado de activos en perjuicio del Estado de Honduras, en junio del año pasado.

La exbailarina del Platinum estuvo siete meses detenida y a punto de ser extraditada luego que se conociera su vínculo sentimental con el exdirector del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), el médico Mario Zelaya (46), quien está encarcelado en su país y a la espera de un juicio por el desfalco de más de 230 millones de dólares.

En los dos años de su relación, luego de conocerse en el club Platinum, Natalia adquirió dos departamentos en La Florida, una casa en la playa y tres propiedades en Honduras, entre otros bienes. Todos fueron incautados.

Sentada en el comedor de la casa, donde vive con sus papás y el hijo (3) que tuvo con Zelaya, Natalia cuenta que hace una semana cumplió el primero de cinco años de libertad vigilada de su condena. Está bien maquillada, con el pelo suelto y relajada. Pero no suelta su celular.

«Tengo que ir una vez al mes a hablar con una asistente de Gendarmería (Policía) para que sepa en qué ando. Me preguntan qué hago en el día, con qué gente me rodeo, qué hago en el tiempo libre», dice.

Mario Zelaya.
Mario Zelaya.

Desde que salió de la cárcel, en junio de 2015, Natalia no ha vuelto a trabajar. A pesar de haber estudiado secretariado administrativo nunca quiso ejercer en esa área. Hoy, no lo descarta. «A estas alturas me da lo mismo, mientras sea trabajo, bien», dice con cara de resignación.

¿En qué te gustaría trabajar? ¿Has buscado?
No me he movilizado como debería. Es que hace un tiempo operaron a mi mamá del corazón y su recuperación ha sido de cuidado. Le pusieron un marcapasos, le cambiaron la válvula mitral. En ses meses no puede hacer fuerza. Pasamos las dos juntas en la casa.

¿Ni un pituto (trabajo temporal)?
Estuve trabajando de radiotaxi en la flota de Tarragona, pero duré una semana, porque mi papá no quiso que siguiera, pero me fue súper bien esos días. En agosto me voy a poner a estudiar mesoterapia por medio de Gendarmería, si Dios quiere. Se trata de una técnica en que te ponen un yeso y te van moldeando la figura.

¿De qué vives ahora?
Mi papá es el sustento de la casa. Es taxista y sale a trabajar a las 7:30 de la mañana y llega a la casa a las 22 horas. Está todo el día taxeando el auto de otra persona. Por suerte le va súper bien.

Antes ibas a la peluquería, al gimnasio, pasabas en el mall ¿Cómo es ahora?
Gimnasio ya no hay, me trato de cuidar con las comidas, pero igual he subido de peso. A veces me voy a hacer los pies, me aliso el cabello y sería. Ya casi no voy al mall.

Pasaste de una vida súper activa a estar en la casa. ¿No te aburres?
No, nada. Este ha sido el único periodo en que he estado de dueña de casa, y me gusta porque puedo cuidar a mi hijo, lo voy a dejar y a buscar al jardín, soy bien hogareña.

Cuando terminó el colegio, Natalia trabajó de promotora y de consultora de perfumería y maquillaje en farmacias, hasta que, por un dato, llegó al club Passpoga para repartir volantes. Luego comenzó a bailar en tarimas hasta que partió a México.

«Estuve siete meses, ahí partí como scort… todos tenemos metas, y como promotora no me daba para cumplirlas. Yo quería tener mi auto, mi casa. Después regresé a Chile, me compré un auto con lo que había ganado y me a trabajar en clubes hasta que llegué a Platinium y conocí a Mario», recuerda.

Un mensaje de WhatsApp interrumpe la entrevista. Natalia mira su celular, le sube el volumen, aprieta play suena la voz de un hombre con acento hondureño. «Saludos a la familia, los extrañamos mucho». «Son amigos de Mario, que me quieren mucho», explica.

¿Te arrepientas de algo?
Sí, creo que la vida nocturna de nigth club… o sea, cada uno sabe cómo se gana el dinero, pero creo que para ninguna mujer que trabaja en eso es grato. Ahí, el tema que te llena es el dinero, nada más. Quizá no debería haber tomado esa opción, debería haber estudiado… es terrible pensar que algún día tendré que contarle a mi hijo lo que pasó. Pero bueno, hay que rescatar las cosas buenas, que conocí a un hombre bueno que me dio un hijo maravilloso.

Cuando saliste de la cárcel tu hijo ya no te decía mamá

Hasta el día de hoy mi hijo no me dice mamá. Se lo dice a mi mamá. Cuando de detuvieron él tenía un año cuatro meses y sí me decía mamá. Regresé cuando él cumplió dos años. Desde ese momento soy la «Tete», no sé que significa.

A Natalia se le humedecen los ojos y deja de lado su celular por un momento. «Esto nos ha traído tanta pena a toda mi familia y todo por una farsa. Yo no cometí ningún delito».

Pero la justicia te condenó, ¿Sientes que tuviste responsabilidad?
No, en lo absoluto.

¿Nunca te cuestionaste todo el dinero que salía, todo lo que él te daba?
Es que a Mario yo siempre lo vi trabajando, lo conocí cuando tenía plata. Además, él es inocente, está preso por una farsa. Los responsables son otros.

Cuando estuviste presa, dijiste que él te debía una explicación por todo
Sí porque en ese momento no tenía idea de lo que estaba pasado. Cuando me detuvo la policía, yo lo odiaba, lo detestaba.

Natalia Ciuffardi.
Natalia Ciuffardi.

¿Estás enamorada de él?
Sí, lo estoy esperando para que formemos nuestra familia. Nos estamos esperando.

¿Cómo lo sabes?
Cada cierto tiempo hablo con la hermana de Mario. Ella es nuestro correo.

¿A qué te refieres?
El se empezó a comunicar conmigo a través de su hermana. De hecho cuando salí en libertad, esa misma noche, ella me llamó para decirme que estaba contenta. Después, como al mes, él comenzó a enviarme recados, me hacía cartas y su hermana me las leía por teléfono.

¿Qué te decía?
Que me extrañaba, que lamentaba lo que había pasado, que estaba asustado por mí, que es inocente. Me emocioné mucho cuando ella me lo leyó. Igual no fue fácil, porque en un comienzo le mandé a decir todo lo que me tenía guardado. Lo pasé muy mal en la cárcel, fumaba una cajetilla diaria. Me tuve que desahogar.

¿Tú le escribes también?
Le mando fotos de nuestro hijo a su hermana por WhatsApp, pero no sé si él las ve, porque ella no puede entrar con celular. Supongo que se las imprime.

El está esperando un juicio en Honduras y a ti te quedan cuatro años de condena.
Yo sé que él va a salir, pero no sabemos si nuestro futuro es aquí o en otro país.

¿La familia de Mario te manda dinero?
Nada y yo tampoco les pido porque sé que ellos están pasando por una situación económica no muy buena, así que no los molesto.

¿Qué te gusta de Mario?
Es el hombre que siempre deseé tener, es atento, cariñoso, le encanta mimarme, es profesional, tiene todo lo que yo quiero. Me muero de ganas de verlo.

Anita Alvarado, en su momento, viajó a ver su marido a Japón
Sí. Yo con permiso de tribunales podría viajar, pero no están las condiciones, porque tendría que ir con seguridad. Si Dios quiere esto se arreglará pronto.

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Hablas mucho de Dios
Sí. Un día estaba con mucha angustia, con una crisis de pánico en la cárcel. Le pedí a Dios que me quitara esa sensación y así fue. Cuando salí libre decidí cambiar mi vida, no volver más a la noche. Empecé a ir a la iglesia evangélica, conocí a Dios y él cambió mi vida, sanó mi corazón.

¿Vas a misa?
Sí, pero no se llama misa, es un culto los días domingo, donde tú apartas un ratito de tu vida para estar conectada, amar y adorar a Dios, a Jehová. Mi iglesia queda cerca y voy con mi mamá.

¿Qué proyectos tienes?
Quiero formar un hogar, una familia. Me gustaría dedicarme a la parte estética, me encanta lo es que el cuidado del pelo, la manicure, el embellecimiento de la mujer

¿Cómo estás de ánimo?
Estoy contenta, disfruto cada mañoseo de mi hijo, a mi familia. La condena no me pesa, me da lo mismo, aunque me parece injusta. Yo siempre dije que era inocente, no tuve nada que ver con esto. Lo que me da impotencia es no haber llegado a un juicio oral, haberle hecho caso al abogado. Fui muy tonta.

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