El 27 de marzo se hizo oficial, Estados Unidos superaba a China y se convertía en el epicentro del coronavirus; mientras el mundo alcanzó la cifra récord de 3 millones de contagios, al país del norte también se agenció más de un millón de casos y 58 mil muertes.
¿Cómo evolucionó la crisis por COVID-19 en Estados Unidos? El 21 de enero se reportó, oficialmente, el primer caso. En ese momento, el virus hacía estragos en países europeos y en el continente americano se registraban pocos.
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Confiado, el presidente Donald Trump dijo que «todo estaba bajo control» pero no era así. Silenciosamente, cientos y miles de estadounidenses ya eran portadores del virus y estaban contagiando a otros.
Cuando las autoridades de EE.UU. se tomaron la pandemia de forma calmada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que podrían convertirse en el epicentro. Y así fue. En ocho semanas, contados desde el primer caso confirmado, los casos se dispararon, superando incluso a China, la «cuna» del virus.
Pese a que registran 1,012,517 de contagiados y 58,356 muertes, el Gobierno anunció que se preparan para abrir «a lo grande», sin siquiera esperar que la curva epidemiológica baje.
Cómo se convirtió en el epicentro del COVID-19
¿Por qué Estados Unidos resultó tan afectado? Experto han hecho sus análisis, hay aspectos claves en el accionar del Gobierno y factores en su forma de vida que lo complicaron todo.
A diferencia de la canciller de Alemania, Angela Merkel, en Estados Unidos entraron, como muchas naciones, a la fase de negación. El problema es que la Casa Blanca se encariñó con la etapa y no tomaron medidas. Para ese momento, los casos de coronavirus eran aislados.
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Sin embargo, en pocos días se dispararon los casos y como el Gobierno no tomaba medidas, los gobernadores decidieron asumir las riendas. Los 50 estados impusieron sus propias reglas pero como las máximas autoridades del país no brindaron instrucciones, gran cantidad de ciudadanos y algunos territorios las ignoraron.
Sumado a ello, al principio los kits de pruebas de COVID-19 estaban defectuosos y tuvieron que regresarlos. No es todo. Los resultados tardaban en llegar y hasta el acceso a los kits era muy restringido. Fue hasta mediados de marzo que las pruebas diarias incrementaron.
El Sistema Sanitario de EE.UU. no ayudó. Se basa principalmente en seguros privados, aunque gran parte de la población no tiene acceso a uno; los ciudadanos que mostraban síntomas de COVID-19 se negaban a asistir al médico.
¿Por qué? Tan simple como: una consulta para alguien que no tiene seguro puede llegar a costar cientos de dólares. Esto incluye a los inmigrantes indocumentados que, por temor a una deportación, mantienen distancia con los hospitales.
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