Redacción. Mientras el mundo se concentraba en conflictos políticos y elecciones polarizadas, la República Popular China dio un paso estratégico que podría transformar de forma irreversible el orden monetario internacional.
El 17 de marzo de 2025, China activó silenciosamente su red de pagos transfronterizos basada en el yuan digital, una medida que ya está marcando un cambio en el sistema financiero global.
Este nuevo esquema ya cuenta con la participación de diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y seis del Medio Oriente, que en conjunto representan el 38 % del comercio mundial.
A partir de ahora, gran parte de sus operaciones internacionales ya no dependerán del sistema SWIFT, acrónimo de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, dominado históricamente por el dólar estadounidense, sino que se canalizarán a través de esta innovadora infraestructura china.
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Declive
Según teorías, desde hace años se anticipaba un posible declive del dólar como moneda de reserva global, una tendencia que se ha venido acelerando desde la administración Trump, en parte por el uso de sanciones económicas como estrategia geopolítica. La puesta en marcha del sistema chino no solo responde a esa dinámica, sino que propone una alternativa más rápida, más barata y más controlada.
A diferencia de SWIFT, que aún puede demorar entre tres y cinco días en completar transferencias internacionales, el sistema chino ejecuta pagos en cuestión de segundos.
En una de las pruebas iniciales, una compañía de Hong Kong transfirió fondos a un proveedor en Abu Dhabi sin necesidad de intermediarios bancarios. El resultado fue impactante: la operación se completó en tiempo real, con una reducción del 98 % en comisiones.
Medios internacionales no han tardado en reconocer la magnitud del cambio. La revista The Economist calificó este proceso como “la batalla de avanzada del Sistema Bretton Woods 2.0”. No se trata solo de velocidad: el yuan digital introduce trazabilidad total en las operaciones y permite ejecutar de forma automática controles contra el lavado de dinero, gracias a su integración con la tecnología blockchain.
Este tipo de operaciones ya son realidad. En el marco del proyecto “Dos Países, Dos Parques” entre China e Indonesia, el Banco Industrial completó un pago internacional en tan solo ocho segundos. Eso equivale a una eficiencia 100 veces superior a los métodos tradicionales.
Comprobación
Actualmente, 23 bancos centrales participan activamente en las pruebas de esta red de pagos. Comerciantes del sector energético en Medio Oriente han reportado una disminución del 75 % en sus costos de liquidación.
Y el impacto es tangible: en 2024, el volumen de liquidación transfronteriza en yuanes con países de la ASEAN superó los 5.8 billones de yuanes, un crecimiento del 120 % respecto a 2021. Seis países, entre ellos Malasia y Singapur, ya han incorporado yuanes a sus reservas internacionales. Por su parte, Tailandia ya realizó su primera transacción petrolera usando yuan digital.
“El Banco de Pagos Internacionales ha sido claro: China está definiendo las reglas del juego en la era de la moneda digital’”, se lee en un reciente informe del organismo. Pero más allá del poder financiero, lo verdaderamente disruptivo es el diseño estratégico detrás del yuan digital.
Esta nueva moneda no solo sirve como medio de pago, sino que es la base tecnológica de la ambiciosa iniciativa de la Franja y la Ruta. En proyectos como el tren de alta velocidad Yakarta-Bandung o el Ferrocarril China-Laos, el yuan digital ya se combina con navegación satelital Beidou y sistemas de comunicación cuántica, conformando lo que Pekín denomina el “Camino de la Seda Digital”.
Avance
Esta integración entre infraestructura física y virtual está provocando un salto en la eficiencia del comercio global. Por ejemplo, cuando fabricantes europeos pagan fletes a través de la Ruta del Ártico usando yuanes digitales, China consigue mejorar en un 400 % los tiempos y costos logísticos, lo que representa un desafío directo a la supremacía del dólar.
Hoy, el 87 % de los países del mundo ya han adaptado sus sistemas para operar con la infraestructura del yuan digital. Según estimaciones recientes, el volumen total de pagos internacionales mediante este mecanismo ya supera los 1.2 billones de dólares.
Mientras en Washington el debate sobre los riesgos de las monedas digitales para el estatus del dólar apenas comienza, China ya ha desplegado una red de pagos que abarca 200 países. “Esto no es solo una evolución financiera”, advierten analistas. “Es una revolución silenciosa que está redefiniendo la soberanía monetaria y reescribiendo el código fuente de la economía global”.
El yuan digital, podría convertirse en el nuevo sistema operativo del mundo financiero. Y lo ha hecho sin levantar demasiado ruido, pero con un impacto que está siendo imposible de pasar desapercibido.