Redacción. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció una ofensiva federal a gran escala para combatir la delincuencia en varias de las principales ciudades del país, con especial énfasis en Chicago y Nueva York.
En una comparecencia ante la prensa en la Casa Blanca, Trump señaló que Chicago será la próxima ciudad en recibir esta intervención, seguida por Nueva York. El presidente sugirió que el modelo de esta operación sería similar al implementado en Washington, D.C., donde se desplegaron 2,000 efectivos para responder a protestas y disturbios.
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Tensión
Las declaraciones de Trump se enmarcan en un contexto de tensión y críticas a la gestión de las autoridades locales. El presidente ha calificado consistentemente a varias de las ciudades más grandes del país como «peligrosas y sucias».
En particular, Trump ha tildado a Chicago de ser «un desastre». Este comentario contrasta notablemente con los datos oficiales, que muestran una disminución en la tasa de delitos violentos en la ciudad. A pesar de estas estadísticas, el presidente insiste en que los residentes de Chicago están «pidiendo que vayamos» y que la situación requiere una intervención federal urgente.
La propuesta de Trump también ha generado debate sobre el papel del gobierno federal en asuntos de seguridad local. El anuncio de esta ofensiva coincide con la decisión del Pentágono de ordenar a los soldados en Washington D.C. portar armas de fuego.
Rechazo
La sugerencia de Trump de que Chicago podría ser el próximo objetivo de una campaña contra la delincuencia no fue bien recibida por los funcionarios de Illinois.
El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, dijo que su oficina no ha recibido ninguna comunicación formal de la administración Trump sobre el despliegue militar o federal en Chicago. Asimismo, señaló: «tenemos serias preocupaciones sobre el impacto de cualquier despliegue ilegal de tropas de la Guardia Nacional”.

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