Redacción. Una noticia insólita ha captado la atención de miles de personas en redes sociales: un Cheeto con la forma del famoso Pokémon Charizard, apodado “Cheetozard”, fue subastado el pasado lunes 3 de marzo por la impresionante suma de 87 mil dólares.
Lo que comenzó como una subasta con un precio base de 250 dólares, rápidamente se convirtió en un fenómeno viral. La peculiar botana despertó un inusitado interés entre los coleccionistas y fanáticos de Pokémon, quienes participaron activamente en la puja hasta alcanzar la asombrosa cifra final.
Subasta viral
Este evento pone en evidencia cómo Pokémon sigue siendo una de las franquicias más influyentes en la cultura popular, al punto de que objetos aparentemente insignificantes pueden convertirse en auténticos tesoros para los fanáticos. La fascinación por lo coleccionable no es nueva, pero con el auge de las redes sociales y las subastas en línea, este tipo de fenómenos se han vuelto cada vez más frecuentes.
El mercado del coleccionismo ha demostrado que la rareza y la nostalgia pueden hacer que artículos inesperados alcancen precios exorbitantes. Desde tarjetas de Pokémon valoradas en millones de dólares hasta figuras y artículos con errores de fabricación, la demanda por estos objetos continúa en aumento.
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Reacciones en redes sociales
La noticia de la subasta no tardó en volverse viral, acumulando más de 7 mil reacciones en Facebook. Los comentarios de los usuarios reflejaron una mezcla de asombro, incredulidad y humor ante el elevado precio del «Cheetozard»:
- «Me dedicaré a vender frituras en forma de Pokémon desde ahora»
- «La gente con dinero no es muy inteligente, me queda claro»
- «Voy a revisar mi bolsa de papas, a lo mejor encuentro un Pikachu»
¿Casualidad o estrategia de marketing?
Algunos usuarios especulan que estas subastas pueden estar impulsadas por estrategias de marketing o incluso por inversiones de alto riesgo, donde los compradores adquieren artículos con la esperanza de revenderlos en el futuro a un precio aún mayor.
Sea como sea, lo cierto es que la fiebre por Pokémon y los objetos de colección sigue más viva que nunca, demostrando que el valor de un artículo no siempre está determinado por su utilidad, sino por la historia y el significado que representa para los fanáticos.