El crecimiento económico de Latinoamérica será “nulo” este año, en promedio, según las estimaciones del Banco Mundial (BM) y a manera de continuación de lo ocurrido en 2015.
Las proyecciones de fin de año de un crecimiento económico de 1,5% para 2016 han quedado al margen por efecto del retraso en la recuperación de la economía global en los principales países del subcontinente.
No obstante, el Banco de Honduras (BCH) continúa impertérrito en su estimación del crecimiento económico de 3,6% para nuestro país, a diferencia del 3,4% ponderado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), lo cual, a final de cuentas, sería de cero crecimiento.
Esto es así si se considera, en primer lugar, el índice demográfico que, en la estadística acomodada, es de 2,6 por ciento, así como el elevado endeudamiento que implica un deterioro de casi el 12 por ciento del producto interno bruto.
Asimismo, las predicciones sobre la recuperación económica de Estados Unidos de América (EUA) son ahora más moderadas, por no decir ínfimas, lo cual nos afecta porque se trata del principal mercado de los productos hondureños. Lo mismo sucede con la Unión Europea (UE), y no digamos lo correspondiente al intercambio comercial en el mercado centroamericano.
De hecho, el mismo BCH informa que nuestras importaciones crecieron en 35% en 2015 al tiempo que nuestras exportaciones apenas aumentaron entre 1% y 2%. Esa situación va camino de ser crónica, puesto que prácticamente compramos en el exterior casi todo lo que consumimos, hasta los alimentos básicos.
El presidente del BCH, Manuel Bautista reconoce: “Tenemos una fuerte presión por parte de las importaciones. Aquí lo que sucede es que debemos consumir lo que el país produce”. Una conclusión bastante irónica porque, a decir verdad, muy poco o nada se produce en el país.
Es así, y el presidente del BCH revela que “la mayor parte de los bienes importados son de consumo y no materias primas para generar empleo y actividad económica en el sector productivo del país”.
Es, por supuesto, la culminación de una política económica basada en la actividad comercial en detrimento de la producción nacional, que, asimismo, quita incentivo a la producción nacional, muchas veces con la competencia desleal mediante el “dumping”, y amplía el espacio para el desempleo.
