AFP. Escarleth Doña acerca a su bebé a la imagen de San Sebastián para conseguir protección del patrono de Diriamba, poblado del sureste de Nicaragua que celebró este fin de semana su fiesta restringida al templo y sus alrededores, en medio de tensiones entre el gobierno de Daniel Ortega y la Iglesia católica.
«Le trajimos a presentar a nuestro hijo pequeño, para que nos bendiga con mucha salud a mí y a mi familia y nos proteja y libre de todo mal», dijo a la AFP Doña, de 32 años, cargando en brazos a Gabriel Sebastián, de casi dos meses de nacido.
Doña llegó de Managua, a unos 40 km de esta pequeña ciudad agrícola, con la esperanza de obtener del santo alivio a sus complicaciones cotidianas.
«Nosotros vamos acomodándonos a todas las situaciones que vivimos, sobre todo pues que la gente pueda crecer en su fe, que es lo más importante para nosotros», dijo el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua. Este religioso encabezó la misa en la Basílica Menor de San Sebastián, un templo centenario de Diriamba.
Restringidas por «provocaciones»
Las celebraciones religiosas como la de San Sebastián quedaron restringidas a los templos y perímetro alrededor desde el año pasado. Así lo explicó en ese momento el presidente Daniel Ortega, para evitar «provocaciones» que afectaran la paz y seguridad ciudadana.
Esta vez se celebró en un ambiente sensible, seis días después de que el gobierno anunciara la excarcelación de dos obispos, entre ellos monseñor Rolando Álvarez -el clérigo más crítico de Ortega-, 15 sacerdotes y dos seminaristas, a quienes enviaron a Roma bajo un acuerdo con el Vaticano.
En octubre pasado, otros 12 clérigos detenidos ya habían sido liberados y enviados también a Roma.
El gobierno y la Iglesia católica mantienen tensas relaciones desde las protestas de 2018 contra Ortega, que dejaron más de 300 muertos, según la ONU. El presidente las consideró un intento de golpe de Estado patrocinado por Washington y apoyado por los sacerdotes.
Los tres santos
Como parte de los festejos, la imagen de San Sebastián y las de los patronos de poblaciones vecinas como Santiago, de Jinotepe, y San Marcos, del municipio homónimo, fueron sacados por fieles al atrio del templo. En ese lugar más de un millar de personas corearon vivas a la Iglesia, entre música de marimbas, silbatos, tambores, cohetes artesanales.
Tradicionalmente las imágenes de los santos de Jinotepe y San Marcos se cargaban en una colorida procesión para reunirse con San Sebastián. Luego, los llevaban por las calles de Diriamba. Esta vez llegaron en camionetas hasta un par de cuadras antes del templo y pasaron la noche en su interior.
Cuando salieron del templo, estallaron cohetes artesanales y resonaron las campanas entre gritos de júbilo de los fieles. Todos se agolparon para presenciar también el baile de «El Toro Huaco» y «El Güegüense», danza tradicional que simboliza la rebeldía y picardía de los nicaragüenses para sobrevivir al dominio de los españoles en la época colonial.
Carlos Barberena acude por primera vez en agradecimiento porque su mejor amiga, que se vio obligada a emigrar a Estados Unidos, consiguió un buen empleo.
«Primer año que vengo a conocer la Basílica y a vivir las fiestas en honor a San Sebastián. Vengo a pagar una promesa de una amiga que viajó hacia Estados Unidos y gracias a San Sebastián encontró un buen trabajo», sostuvo.
En el atrio y un pequeño parque frente a la Basílica, los grupos de danza despliegan su arte con coloridas vestimentas, música de marimbas y detonaciones de petardos amenizan el momento.