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miércoles, abril 24, 2024

La causa de la obesidad no es cuánto comes, sino lo que comes

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REDACCIÓN. El «modelo del equilibrio energético» es un clásico para explicar por qué engordamos. Según este modelo, el aumento de peso se produce cuando se consume más energía o calorías de las que se gastan.

Ahora, un equipo de científicos lo cuestiona y asegura que la obesidad no se puede explicar como un simple desequilibrio energético. En su lugar, defienden el llamado «modelo de carbohidrato-insulina» que explica la obesidad como un trastorno metabólico impulsado por lo que comemos, no por cuánto comemos.

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Modelo de carbohidrato-insulina

El modelo de carbohidrato-insulina sugiere que comer en exceso no causa obesidad. La actual «epidemia de obesidad» se debe al tipo de alimentos que se consumen, sobre todo ultraprocesados que tienen una alta carga glucémica.

Estos alimentos generan respuestas hormonales, sobre todo de insulina, que cambian nuestro metabolismo y nos hacen engordar. Por tanto, centrarse en lo que comemos en lugar de cuánto comemos sería la mejor estrategia para bajar de peso, señalan los científicos.

causa de la obesidad
Muchas personas sufren de obesidad pero no cambian su alimentación.

Reducir calorías no basta

La obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes tipo 2 y cáncer. El número de casos en el mundo se ha triplicado desde los años 80 y las pautas dietéticas de países como Estados Unidos, donde la obesidad es un problema de primerísimo nivel, aconsejan reducir las calorías ingeridas y hacer más ejercicio.

Este enfoque para el control del peso es centenario: ingerir menos calorías de las que quemas para adelgazar. Pero la alimentación ha cambiado mucho en las últimas décadas.

Cada vez se consumen más alimentos ultraprocesados que son apetitosos, baratos y fáciles de preparar. Y cada vez somos más sedentarios. Es cierto que este tipo de alimentos suelen ser muy energéticos, por tanto nos hacen consumir más calorías de las necesarias.

Sin embargo, también presentan otra peculiaridad: tienen un alto índice glucémico, lo que provoca picos de glucosa en sangre.

Hay otros alimentos que también aportan muchas calorías como las legumbres o el cereal integral y no generan esa reacción metabólica.

El peligro de los carbohidratos procesados

Los autores de «El modelo carbohidrato-insulina: una perspectiva fisiológica sobre la pandemia de la obesidad» presentado en la Sociedad Americana de Nutrición aseguran en su artículo que la culpa de la actual epidemia de obesidad es el excesivo consumo de carbohidratos procesados de rápida digestión.

La alta carga glucémica de estos alimentos provoca respuestas hormonales que cambian fundamentalmente nuestro metabolismo, impulsando el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y la obesidad.

Son muchas personas que sufren de obesidad pero que no le prestan la atención que deberían.
Así lo explican los autores del artículo:

«Cuando comemos carbohidratos altamente procesados, el cuerpo aumenta la secreción de insulina y suprime la secreción de glucagón».

Esto, a su vez, indica a las células grasas que almacenen más calorías, dejando menos calorías disponibles para alimentar los músculos y otros tejidos metabólicamente activos. El cerebro percibe que el cuerpo no recibe suficiente energía, lo que conduce a una sensación de hambre.

Además, el metabolismo puede ralentizarse en el intento del cuerpo por conservar combustible. Por lo tanto, tendemos a permanecer hambrientos, incluso si seguimos aumentando el exceso de grasa.

Comprender la obesidad

Así pues, para comprender la epidemia de la obesidad, debemos considerar no solo cuánto comemos, sino también cómo los alimentos que comemos afectan a nuestras hormonas y metabolismo.

Y es que no todas las calorías son iguales para el cuerpo, como viene a decir el modelo del equilibrio energético. Es cierto que el modelo carbohidrato-insulina tiene sus orígenes en los años 90, por tanto no es nuevo.

Pero el artículo al que hacemos referencia escrito por un equipo de 17 investigadores es la reflexión más completa que se ha hecho hasta ahora sobre este tema. Este marca un antes y un después a la hora de dar recomendaciones dietéticas.

En lugar de instar a la gente a comer menos, cosa que no funciona a largo plazo, el modelo carbohidrato-insulina se centra más en lo que comemos.

El consejo sería reducir el consumo de los carbohidratos de digestión rápida. De esta forma se frenaría la tendencia del cuerpo a almacenar grasas y, como resultado, se perdería peso sin pasar tanta hambre.

Fuente: Saber Vivir.


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