REDACCIÓN. Lo que nació en 2014 con el rescate de un perrito herido se convirtió en una misión de vida. Así surgió la Organización ARI, un grupo de amigos comprometidos con salvar animales abandonados que no ha dejado de crecer en Tegucigalpa.
“Nos motivamos al ver nuestros resultados. Con amor y alimento vimos que podíamos cambiar vidas”, comparte con orgullo Silvia Rodríguez, una de las colaboradoras de la organización.
Aunque hoy dependen de casas temporales para brindar refugio a los animales rescatados, en ARI sueñan con algo más grande: levantar un albergue propio, en un terreno amplio y fuera de la ciudad, donde puedan darles un hogar digno y seguro a muchos más peluditos. “Actualmente, los rescatados viven en nuestras propias casas. No tenemos un refugio, pero eso no nos detiene”, explica Silvia.
La diferencia con otras iniciativas similares radica en su apuesta por la educación. ARI realiza charlas en escuelas, colegios y universidades para fomentar la empatía y el respeto hacia los animales. Además, apoyan a familias de bajos recursos que carecen de los medios para llevarlos a un veterinario.
Casos que tocan el alma
Aunque quisieran atender todos los casos, la realidad obliga a priorizar. La mayoría de los rescates que realiza ARI son animales en estado crítico de salud o víctimas de maltrato severo. Uno de los casos más conmovedores fue el de Sid, un perrito con un tumor tan grande en su rostro que le cubría un ojo.
La gente lo rechazaba, lo ahuyentaban, incluso le tiraban agua. “El perrito se sentía feo al ver tanta discriminación. Pero logramos rescatarlo, rehabilitarlo y hoy vive feliz en un bello hogar”, recuerda Silvia con emoción.
Las casas cuna: pequeños refugios llenos de amor
Sin un albergue físico, la organización funciona gracias a la generosidad de personas que abren sus hogares para cuidar temporalmente a los animales.
“Una casa cuna necesita amor, paciencia y compromiso. Nosotros nos aseguramos de brindarles alimento, medicamentos y todo lo necesario para que el animal esté bien atendido”, explica Silvia.
El proceso de rescate comienza cuando alguien reporta un caso con pruebas. A menudo se canalizan las denuncias a través de la alcaldía o mediante los números 911, 114 o el 100. Una vez rescatado, el animal es atendido, rehabilitado y luego puesto en adopción.
Adopciones responsables, hogares seguros
Para ARI, la adopción no es simplemente entregar un animal. Requiere responsabilidad, compromiso y mucho amor. “Pedimos que toda la familia esté de acuerdo, que la persona sea mayor de edad, con trabajo estable, casa propia y espacio adecuado. Incluso damos una semana de prueba en los adultos para asegurarnos que haya conexión”, detalla Silvia.
Además, mantienen un seguimiento constante con las familias adoptantes. Solicitan fotos, videos y hacen visitas para asegurarse de que el animal vive en condiciones dignas.
Sostener esta noble labor sin un refugio y con escasos recursos ha sido todo un desafío. A pesar de haber solicitado apoyo de la alcaldía para obtener un terreno, aún no reciben respuesta. “Muchas veces hemos tenido que usar nuestros propios fondos para cubrir gastos. Es duro decir ‘no podemos’ por falta de espacio o alimento”, confiesa Silvia.
Dato: En octubre de 2022, ARI logró esterilizar a 361 animales en Tegucigalpa, el 75 % de ellos gatos, gracias a una brigada internacional de médicos veterinarios.
Frase: “A veces no se necesita un refugio enorme, solo una casa temporal y un corazón dispuesto”.
Tres corazones al frente y una comunidad detrás
Aunque el equipo principal de ARI lo conforman apenas tres personas, su impacto es multiplicado por una comunidad de voluntarios y donantes que apoyan desde distintos frentes. “Agradecemos a quienes nos ayudan llevando alimento, insumos de limpieza, concentrado, latas, aserrín para gatos… Todo suma”, señala Silvia.
También promueven el voluntariado en las casas cuna, paseos, baños y jornadas de socialización con los animales.
ARI ha logrado establecer relaciones con clínicas veterinarias que les ofrecen descuentos, y algunas empresas hacen donaciones. Sin embargo, saben que el verdadero cambio vendrá desde la raíz: la educación. “Debería haber una clase en las escuelas sobre el cuidado animal. Incluso cápsulas en la televisión. Necesitamos cambiar el chip de la sociedad”, enfatiza.
El sueño que aún espera un terreno
El anhelo más grande de ARI es contar con un albergue propio. De hecho, ya tienen una estructura donada, pero necesitan el terreno para hacerlo realidad.
“Soñamos con un lugar donde no tengamos que decir ‘no hay espacio’, con campañas de vacunación, esterilización y atención médica gratuita para familias de bajos recursos”, cuenta Silvia con esperanza.
¿Cómo puedes ayudar?
Si quieres ser parte del cambio, hay muchas formas de colaborar:
- Sé voluntario o casa cuna.
- Dona alimento, medicamentos o insumos de limpieza.
- Aporta económicamente con cualquier cantidad.
- Coloca fuera de tu casa recipientes con agua y comida para los animales callejeros.
También puedes encontrarlos en redes sociales como:
Facebook / Instagram / TikTok / YouTube: Organización ARI
Página web: arihonduras.org
WhatsApp: 9548-5151
“Recuerda: a mayor adopción, mayor rescate”, es el lema que impulsa a este pequeño, pero poderoso grupo de héroes anónimos que día a día da voz a los que no la tienen.