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lunes, marzo 18, 2024

CATRACHO EJEMPLAR: Edgar, un joven con Síndrome de Down, lustrador de zapatos y elaborador de hermosas piñatas

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Edgar Ovidio Umanzor Rodríguez, es un hondureño de 33 años, lustrador de botas y elaborador de hermosas piñatas.

Es un joven como cualquier otro, pese a su condición de Síndrome de Down, su madre Alba Rodríguez, lo describe como servicial, jovial, respetuoso y hasta enamorado.

«Lleva una vida totalmente normal. Nosotros no lo tratamos como un joven especial, lo trató igual que a mis otras hijas», expresó.

El pasado 21 de febrero, se celebró el día Mundial del Síndrome de Down por eso, Tiempo Digital, le trae esta historia para resaltar y crear conciencia dentro de la sociedad sobre el valor de estas personas como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades.

Un lustrabotas brillante

Y es que antes de la pandemia del COVID-19, Edgar, trabajaba como un lustrabotas en el City Mall de Tegucigalpa. Allí atendía y cautivaba a sus clientes con su hermosa sonrisa.

Edgar hace su trabajo con amor y dedicación, junto a dos amigos más que también tienen capacidades especiales. Tanta es la ternura que irradian que ya tenían muchos clientes, contó doña Alba.

Foto cortesía: Radio House
Foto cortesía: Radio House.

«Antes de estar ahí, tuvieron un entrenamiento con los lustrabotas del Parque Central de Tegucigalpa, ellos fueron quienes les enseñaron», dijo su madre.

Dicho negocio es una iniciativa de la mesa de inclusión laboral para las personas con discapacidad, junto con empresas que les donaron las sillas y primeros utensilios para trabajar.

«Él es servicial, jovial, respetuoso. Jamás le va a escuchar una mala palabra. Es bailarín, le encanta bailar y es enamoradísimo, le encantan las chicas», comentó la madre.

Su sueño era ir a la universidad

Honduras es un país donde pocas instituciones educativas brindan atención para que los jóvenes con capacidades especiales puedan desarrollarse e insertarse en el ámbito escolar y laboral.

Por esa razón, la mamá de Edgar comentó que él logró pasar la primaria completa, pero lastimosamente no pudo entrar al colegio porque ninguno lo aceptó.

“Ese fue siempre el deseo de él, estudiar e ir a la universidad”, dijo.

Foto cortesía: Radio House

Edgar trae el arte en sus manos

Hace ocho años, Edgar forma parte de la Asociación Familias Rompiendo Cadenas (ROCAFAM), ahí hizo muchos amigos con los cuales aprendió a elaborar hermosas piñatas.

“A mi hijo le encanta, a él no le gusta estar encerrado. Siempre fue un joven bien activo. Incluso en la casa, el arregla su ropa, su cuarto. Es independiente en todas sus cosas”, prosiguió contando su progenitora.

Las piñatas que elaboran en la organización, las venden para que de allí se les pague a los muchachos por su esfuerzo y dedicación.

“Todo lo que se hace es para ellos mismos. Para ayudarse económicamente se les paga por cada trabajo que hacen. Se les anota en un libro y a fin de mes, o cuando ellos deciden que quieren el dinero, se les da”, explicó.

Edgar trabajando y algunas de las piñatas elaboradas por él y otros miembros de la asociación.

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Más de ROCAFAM

La madre de Edgar, Alba Marina Rodríguez Luque, es la actual presidenta de ROCAFAM. Ella manifiesta que son una organización no gubernamental sin fines de lucro, conformada por personas con discapacidad intelectual de 18 años en adelante y sus familiares.

También, son de carácter permanente y tiempo indefinido, tiene su domicilio en la ciudad de Tegucigalpa.

Esta asociación, se fundó el 5 de noviembre de 2004, por iniciativa de la Familia Munguía Canales, padres de Carlos Fernando Munguía, persona con síndrome de Down.

Asimismo, tienen como misión crear oportunidades de inclusión familiar, social y laboral a las personas con discapacidad intelectual adultas y sus familias, en un marco de respeto a sus derechos.

De igual forma, son la primera organización de familias con personas con discapacidad intelectual adultas: sólida, comprometida y funcional en Honduras.

A parte de la elaboración de piñatas, los jóvenes muestran sus dotes bailarines en cuadros de danza y de punta catracha.

“El llegar a ROCAFAM, a mi hijo, le ha cambiado la vida. Desde el momento que una madre llega con un joven ya es parte, es una asociación de todos”, finalizó diciendo la madre de Edgar.

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Cuadro de danza de ROCAFAM.

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